Por dentro del Capitán Miranda previo a su cruce Atlántico

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Tras más de 10 años sin cruzar el Océano Atlántico, el Velero Escuela Capitán Miranda se prepara para una nueva travesía transocéanica. Fondeado en la bahía de Punta del Este, el buque escuela de la Armada Nacional Capitán Miranda reposa con su elegancia de principios del siglo XX, preparándose para hacer su primer viaje transatlántico en 11 años. Desde 2009, el buque escuela no navegó a través del océano debido a que pasó por una temporada de mantenimiento y modernización para estar a la altura de las circunstancias. “Es un barco de 1930 y tiene que ser tratado y cuidado como tal”, señaló el Capitán de Navío, César Ricciardi, comandante del velero escuela. Con sus interiores construidos en madera, el buque combina elementos típicos marítimos con obras de arte que aluden al candombe, al prócer José Gervasio Artigas o a las visitas que ha realizado en el mundo. En el comedor donde los oficiales pueden relajarse llama la atención de los visitantes un fastuoso espejo realizado en madera y ornamentado con los símbolos del escudo nacional: la balanza, el cerro, el caballo y el buey, coronados por el sol. Este permanece allí desde 1930. “Es increíble cómo está intacto. Soportó algunas cuantas tormentas”, comentó un oficial a bordo del navío. En el exterior, los tres enormes palos sostienen una vela pintada por el artista Carlos Páez Vilaró en 2006. No se trata de la vela más importante, pero sí de la que identifica a la embarcación; mientras, en el otro extremo, el pabellón nacional ondea con fuerza. La comida del barco se realiza íntegramente abordo y es una parte muy importante de las travesías, sobre todo cuando son largas, aseguró el comandante del velero escuela. En el mediodía del lunes esteño, el equipo encargado de los alimentos preparaba carne al horno con ensalada rusa. Todo casero, cortado a mano y elaborado allí.

Un hito

Ricciardi definió al viaje que zarpará en abril y regresará en octubre de 2020 como un hecho significativo. La navegación y las diferentes invitaciones llevarán a los uruguayos a visitar las ciudades de Salvador de Bahía y Fortaleza en Brasil; luego pasarán por Puerto Rico, en el marco de los 500 años de su “descubrimiento” por parte de los europeos; luego asistirán a un festival de verano en Norfolk (Estados Unidos); cruzarán el Atlántico y recalarán primero en Francia en el puerto de Burdeos; luego se sumarán a una regata que los llevará a Lisboa (Portugal), Cádiz (España, donde fue armada la embarcación), La Coruña (España) y Dunkerque (Francia). Luego viajarán invitados a Amsterdam (Holanda), Bremerhaven (Alemania), Dublin (Irlanda), Liverpool (Inglaterra), Las Palmas (Islas Canarias) y luego regresarán a Natal (Brasil). “Es el primer cruce que vamos a realizar después de un trabajo muy importante que se le hizo de modernización al barco. Estuvo en mantenimiento durante casi ocho años y se hizo un trabajó muy bueno desde la Armada y con apoyo de privados. Se hizo una reconversión a cero, con tecnología del siglo XXI: se cambiaron motores, hélices y equipos de navegación”, subrayó. Y añadió: “Es un hito importante y es muy bueno para nosotros como para los nautas, porque es una muy buena formación”. En el buque viajarán 19 nuevos guardiamarinas (recién egeresados de la Escuela Naval) y, además, se invitará a tripulantes de diferentes nacionalides que incluyen Argentina, Brasil, Colombia, Inglaterra y España.

¿Cómo se traza la ruta del velero?

El camino se maneja en función de los intereses nacionales, sean políticos o protocolares, ya que el velero es una herramienta para las relaciones exteriores, indicó Ricciardi. Además, las invitaciones que recibe el buque favorecen que el viaje cueste el 20% de lo que saldría sin ellas. En números, esto quiere decir que, en lugar de US$ 500.000, el viaje costará unos US$ 70.000. Sobre las dificultades que implica una ruta transoceánica, el comandante sostuvo que “hay que planificarla, tomarla con responsabilidad, profesionalismo, transmitirlo, tomar los conocimientos de los demás en seguir los derroteros marítimos y la estadística de la meteorología”. Ricciardi confesó que parte de la ruta se elige igual a como se hacía durante el Renacimiento, cuando el florecimiento de la conquista traía a la carabelas a las costas americanas: atento a los diferentes vientos del hemisferio norte y sur a favor. https://www.elpais.com.uy/

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