Uruguay, más al sur Antártico

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Hasta el paralelo meridional 35 llegan los límites geográficos reconocidos de Uruguay en cualquier mapamundi. Pero más al sur, a tres mil 12 kilómetros de Montevideo, vibra también este país, en pleno territorio de la Antártica, donde mantiene la Base Científica Artigas, fundada el 22 de diciembre de 1984 y como cualquiera de las otras naciones allí, aporta como la que más a las investigaciones. La Antártida es un continente único, remoto, hostil y prístino, concebido desde 1959 para dedicarlo a la paz y la ciencia en virtud del Tratado internacional Antártico, al cual se adscribió Uruguay en 1980. Su reconocida importancia radica en que se le considera clave para entender cómo funciona el planeta y el impacto humano sobre él, ya que en sus capas de hielo de cuatro kilómetros de espesor, existe un registro único de lo que fue el clima en nuestro planeta hace varios miles de años. Además, es un área relevante para la investigación científica debido a su efecto sobre el clima de la Tierra y los océanos, conectados por la Corriente Circumpolar Antártica, al igual que en cuánto a la sobrevivencia de la flora y la fauna en ese ambiente hostil. La Base Científica Antártica Artigas (BCAA), dependiente del Instituto Uruguayo Antártico (IUA), creado en 1968, opera todo el año con una dotación permanente de ocho personas en invierno y puede alojar hasta 60 personas en verano. Pero en los iniciales tiempos el IAU y la Comisión del Patrimonio de la Nación coincidieron en la necesidad de poner en valor histórico cultural los vestigios de un barco del siglo XIX próximo a la Base Artigas, como un aporte a la historia marítima nacional. A partir de 1975 con la naciente institución colocada bajo la dependencia del ministerio de Defensa, y la consiguiente inyección de más recursos, se enrumbó hacia la organización de expediciones al continente del extremo austral. Desde 1985 mantiene operando ininterrumpidamente una estación meteorológica que forma parte de la red meteorológica mundial y durante los meses de verano, equipos de investigadores participan de actividades científicas relacionadas con estudios de muy diversas índoles. En su repertorio histórico de actividades científicas aparecen las atinentes a glaciología, vigilancia ambiental, geodesia-cartografía, biología humana, meteorología, vigilancia del ozono estratosférico y medicina de marea. Los principales programas de investigaciones apoyados por la estación consisten en el Relevamiento ornitológico de aves marinas migratorias, Proyectos geodésicos en la Antártida y Observaciones meteorológicas y climatológicas. A ellos se suman el Estudio de las características sicológicas del hombre necesarias para su inserción en el medio ambiente antártico y su aplicación y Monitoreo de capa de ozona y radiación ultravioleta. Fuera de los investigadores propiamente dichos, estudiantes y profesores viajan anualmente a la Antártida para investigar fenómenos naturales que afectan a Uruguay, con el patrocinio de la Escuela de Verano de Introducción a la Investigación Antártica. Su director Juan Cristina dijo al grupo que ‘la Antártida significa analizar un laboratorio natural de millones de años de evolución con un sistema aparte, lo cual tiene consecuencias en la salud, en la industria y en la comprensión de los fenómenos naturales que nos afectan en Uruguay’. Tal como expuso, llevar a cabo esta presencia significó un cambio cultural en las actividades de la Base Antártica, así como una importante contribución a la formación de investigadores polares en Uruguay, lo cual redundará en una mayor investigación de calidad que sostenga la presencia del país como miembro consultivo del Tratado Antártico. ‘Uruguay integra un concierto muy selecto de naciones que tienen voz y voto en el Tratado Antártico en el que cada país se posiciona de acuerdo a las investigaciones que realiza’, explicó. En lúcida disertación señaló que la Antártida parece muy lejana, pero tiene mucho que ver con los productores rurales y con las capacidades de mantener el ‘Uruguay natural’, y también tiene importancia en las políticas de pesca y el desarrollo del mar territorial. Durante la recién clausurada y muy concurrida Expo Innovación en Montevideo el ministro de Defensa Nacional, José Bayardí puso de relieve el proyecto de la Facultad de Ciencias sobre celdas Graetzel en las que se usan pigmentos de flor de ceibo y algas rojas de la Antártida para convertir la luz del sol en corrientes de electrones. Recordó, además, que Uruguay lleva adelante 20 proyectos científicos de los que participan las facultades de Ciencias, de Química, de Medicina y de Ingeniería, el Centro Universitario Regional del Este (CURE), los institutos Clemente Estable y Geográfico Militar y el Servicio de Oceanografía, Hidrografía y Meteorología de la Armada (Sohma). Gracias a la creación del Gabinete Interministerial de Asuntos Antárticos, integrado por los ministerios de Industria, Energía y Minería, de Defensa Nacional, de Relaciones Exteriores y de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, se logró potenciar el trabajo en la Base Científica Antártica Artigas (BCAA), apuntó. Tanto por parte de las fuerzas armadas como de civiles se despliegan investigaciones, sin ruidos ni alharacas, como un país más de los 29 miembros del Tratado Antártico, pequeño, bajo su bandera de franjas y un sol en paisaje permanentemente helado.  https://www.prensa-latina.cu

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