Sr. Director:
Las aguas del Río de la Plata fueron, durante casi un siglo y medio, un factor de discordia y de graves fricciones entre los pueblos que se asientan sobre sus márgenes.
La República Argentina y la República Oriental del Uruguay, unidas por vínculos fraternos que se remontan a sus primigenios orígenes, después de un largo y complejo proceso, pudieron al fin conciliar sus antagónicas pretensiones al suscribirse, en Montevideo, el 19 de noviembre de 1973, el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo.
El haber integrado la delegación uruguaya que negoció este tratado, constituye para mí el más alto honor que he recibido en todo el largo derrotero de mi larga vida.
Con el Dr. Julio César Lupinacci y los capitanes de Navío Yamandú Flangini y Hebert Grasso trabajamos durante más de tres años, denodadamente y con un enorme entusiasmo, en la negociación y redacción de este acuerdo internacional que tiene las características de un verdadero estatuto. En el éxito que tuvieron estas negociaciones es justo destacar el importante apoyo que tuvo nuestro equipo técnico por parte de los cancilleres Dr. José A. Mora Otero y Dr. Juan Carlos Blanco y, en particular, por parte del director de Soberanía y Límites de la época en que lo era el coronel Carlos Barros. Firmado el tratado, fueron múltiples las críticas que sobre el mismo recayeron de diversos especialistas, pero por el otro lado, el Dr. Julio María Sanguinetti, con la hidalguía que siempre lo ha caracterizado, concluyó afirmando que, con el tratado se daba “un paso fundamental en la llave misma del futuro desarrollo del país”.
El tiempo transcurrido le ha dado razón a este aserto. El tratado ha sido el marco de un proceso de integración rioplatense que se proyecta hacia el Mercosur y en obras y realizaciones de la importancia de la represa de Salto Grande, los puentes sobre el río Uruguay y a múltiples acuerdos de cooperación económica, judicial y cultural.
En ocasión de la firma de este tratado, hace 45 años, tuve el privilegio de conversar durante unos pocos minutos con el presidente teniente general Juan Domingo Perón, que era una persona con un enorme poder carismático, quizás la más fascinante de todas las personalidades que, en el ámbito de la política y de la diplomacia, he conocido a lo largo de mi vida.
Perón, mirándome profundamente a los ojos me manifestó en esa oportunidad: “Lo importante de este tratado no son sus normas, no es el articulado, es el espíritu fraterno que lo ha inspirado y que seguirá inspirando las relaciones entre los pueblos del Plata…”.
Los 45 años transcurridos le han dado la razón y estamos seguros de que se la seguirán dado, en los años por venir.
Dr. Edison González Lapeyre
NOTA: UVM se complace en contar con tan distinguidos lectores y aprecia muy particularmente que su condición actual de ser el portal marítimo con mayor cantidad de lectores en la región, sirva para difundir las muy ilustradas opiniones e informaciones que aportan asociados como el Señor C/N(R) Yamandú Flangini y personalidades del nivel y trayectoria del Prof. Dr. Edison González Lapeyre cuya gentileza y amistad nos honra. Vaya a ellos nuestro reconocimiento; y seguramente, el de todos nuestros amables lectores. Dr. Carlos Olave Castro