Malas señales

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Por Juan Oribe Stemmer. Los puertos uruguayos dependen de la exportación de servicios a la región. Por algún tiempo nos hemos beneficiado de las ineficiencias de las políticas portuarias de Argentina y Brasil.

Pero, si adoptamos una perspectiva de largo plazo, veremos que esos períodos de crisis en los países vecinos suelen ser sucedidos por otros de dinamismo y, en cualquier caso, tienen la ventaja del gran volumen de comercio marítimo propio.

Por mucho tiempo, los puertos de la región tuvieron una posición dominante sobre su hinterland nacional. Desde la década de 1990, la integración de esos espacios en una escala regional, disminuyó la posición de dominante de los puertos “nacionales”. Ahora las compañías navieras pueden elegir entre varias terminales portuarias para llegar al mismo hinterland; los usuarios están en la posición de optar entre varios puertos para llegar a sus clientes en ultramar.

No es una posición confortable para los puertos que deben aprender a competir. Especialmente los puertos uruguayos que trabajan con un alto porcentaje de cargas provenientes o dirigidas a terceros países de la región.

La Ley de Puertos de 1993 puso énfasis en que “la prestación de servicios portuarios eficientes y competitivos constituye un objetivo prioritario para el desarrollo del país”. El decreto reglamentario incluyó entre los principios de la política portuaria nacional “la búsqueda de una mejor posición de los puertos uruguayos en el contexto regional y mundial, mediante la oferta de servicios libres, eficientes, seguros y competitivos, que inserten a nuestro sistema portuario en el máximo interés de los circuitos internacionales de transporte”.

Pero no basta con legislar. Muchas veces sucede que se toman pequeñas decisiones que contradicen aquellos objetivos. Son medidas casi rutinarias y, aparentemente, inocuas. Pero todos esos goles en contra se suman, fijan precedentes, agregan costos evitables, y nos alejan de los sanos principios.

Un ejemplo de esos errores, es el artículo 116 de la última Rendición de Cuentas que concede determinados beneficios a los trabajadores eventuales portuarios. La medida ha sido objeto de críticas por las empresas vinculadas a la actividad marítima y los usuarios del puerto, incluyendo la Cámara de Agentes de Pesqueros Extranjeros, la Cámara de Armadores Pesqueros del Uruguay, la Cámara de la Industria Pesquera del Uruguay, la Cámara Mercantil de Productos del País, la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, el Centro de Navegación, la Gremial de Molinos Arroceros, los Operadores Portuarios de la Pesca y la Unión de Exportadores. No han tenido éxito.

Parecería que la poca disposición del gobierno a escuchar al sector productivo no se limita solamente a la actividad agropecuaria…

Otra señal preocupante son los reclamos del Centro de Armadores Fluviales y Marítimos paraguayo por las demoras debidas a problemas operativos que deben enfrentar las barcazas paraguayas que acuden al Puerto de Montevideo. Es bueno recordar que existen otros puertos en la región, incluyendo a Buenos Aires, que estarán muy complacidos de recibir esos negocios.

El Puerto de Montevideo ha hecho grandes esfuerzos y obtenido muy buenos resultados.

Sería un error muy grave dormirnos en los laureles del pasado y perder el futuro.

El País

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