JAPÓN CAZA CIENTOS DE BALLENAS PREÑADAS CON “FINES CIENTÍFICOS”

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Después de cien días en los mares antárticos, una flota ballenera de Japón volvió a puerto con 333 ejemplares de ballenas minke, de las cuales 230 eran hembras y el 90% de las mismas estaban preñadas, todo ello con “fines científicos” alegan los japoneses, que dará por destino final a las ballenas los platos de los millonarios nipones, cuyos gourmets consideran la carne de cetáceo una delicatesen de excepción.

La Comisión Ballenera Internacional, que ha prohibido desde 1982, el capturar animales para vender su carne, permite exclusivamente la caza a poblaciones aborígenes que sobreviven con ese alimento de la zona que habitan, o con finalidad de investigación científica. Países como Islandia y Noruega, famosos por sus leyes de protección a la fauna, simplemente se desentendieron de la prohibición, mientras que los japoneses vieron ante sí a los Estados Unidos, que exigieron la veda ballenera. Sin embargo los nipones afirman que mantienen estudios científicos imposibles de realizar en animales muertos y que son sumamente cuestionados por los demás países balleneros que acatan la veda.-La Agencia de Pesca de Japón explica que hay datos como los contenidos estomacales y la edad de madurez sexual, que solamente pueden ser estudiados con métodos letales para las ballenas.

LA VERDADERA FINALIDAD DE LA CAZA.- Sin embargo la misma agencia nipona reconoce que acatando la normativa de la Comisión Ballenera, en el sentido de “aprovechar al máximo posible” las ballenas que son cazadas, llevan la carne al mercado, donde obtienen pingües ganancias por cada quilo de lo capturado. La agencia remarca que existe “prueba histórica” de la actividad ballenera en la tradición cultural de Japón, por lo que exigen se contemple su decisión de seguir capturando, pese a que el Tribunal de Justicia de La Haya, dictó una sentencia en 2014, donde establece que el programa de capturas “no se ajusta a los fines científicos previstos por la ley”. El Tribunal sentenció a Japón a revocar todas las licencias de captura ballenera, algo que Tokyo cumplió en 2015, cuando la expedición anual permaneció en puerto. Este año decidieron unilateralmente volver a las aguas antárticas a cazar, aunque alrededor de la tercera parte de lo que capturaban anualmente, y rehúsan cumplir con la normativa no vinculante de la Comisión Ballenera.- (LR-21)

 

 

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