Acuicultura en Uruguay

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Por C/N  Yamnadú Flangini

Establece el art. 9.1.1 del Código de Conducta para la Pesca Responsable, de FAO:

“Los Estados deberían establecer, mantener y desarrollar un marco jurídico y administrativo, adecuado que facilite el desarrollo de la acuicultura”.

En un país, cuyas reservas en las especies ictícolas principales, desde el punto económico y alimentario, están al borde de claudicar en la posibilidad de mantener una extracción productiva, el desarrollo de la acuicultura se torna más que necesario, imprescindible. Si a ello se suma el desarrollo de factorías con capacidad de exportación, sumará además una interesante mano de obra ocupada, sin dañar el medio ambiente, sin necesidad de complementos de insumos que no se pudieran producir en el país. Volúmenes editados por FAO, dan pautas de la utilidad de la producción de peces en sectores rurales, aprovechando los tiempos ociosos que se producen durante las siembras y las cosechas en naturales reductos de aguas para riego o consumo animal, en las cuales pueden ser introducidos peces en proceso de cría. La siembra en cursos naturales de agua, aumenta considerablemente, la posibilidad de capturas, aunque no tiene la seguridad de reproducción que aquella que se práctica en aguas cerradas, no obstante, es conveniente realizarla.

La cría de especies naturales, presenta complejidad mínima y con buen desarrollo, lo que en libertad se pierde de población por la acción de depredadores, en cautiverio todo ello se obtiene como resultado, y por tanto el rendimiento es significativamente superior.

Otras ventajas sociales se destacan por la participación de la mujer del medio rural y los menores habitantes de los establecimientos, que encuentran en la cría de peces un elemento de ocupación y orgullo de obtener un resultado con su participación directa, al verlos crecer. Si bien se señala estos aspectos sociales, también se considera la posibilidad de consumo, evitando recurrir a animales de cría, posibles de conservar para su comercialización. El alimento de la cría de peces, derivado de producciones agrícolas, la mayor parte desestimada de consumo directo, da aún mayores posibilidades de contar con posibilidad de ofertas en el comercio, interior, pero mejor aún en el exportador.

Si la dieta alimentaria cambia de costumbre, el rubro ganadero de nuestro país, puede tener un mayor volumen exportable. La producción, en establecimientos dedicados a un resultado empresarial y económico, además ocupa un buen número de personal empleado, directa e indirectamente, aportando así importantes fuentes de mano de obra, que pueden y debieran desarrollarse en localidades del interior. La movilización de gente de asentamientos en el cinturón de ciudades, puede solucionar problema de vivienda, al trasladarse a localidades del interior, al presente con población disminuida y casas habitaciones vacías, obteniendo un trabajo, una forma de empleo, o directamente produciendo en base a la acuicultura.

El consumo de pescado además de los beneficios en salud, puede llevarse a precios que abaraten largamente la canasta familiar, y este motivo traerá como consecuencia adeptos, sin forzarlos, por propia atracción económica familiar. Existen lugares, como San Gregorio de Polanco en Tacuarembó, que fueron visitados, nada menos que por el Ministro de Pesca de Rusia, en 2003, el que manifestó lo ideal del sitio para el desarrollo de crianza de peces en cautiverio, de especies nativas así como eventualmente de especies no nativas, adaptadas a nuestro medio ambiente.

Hoy se desarrolla la cría del esturión, en dos tramos del Río Negro, Baygorria y San Gregorio, y aún hay espacio para un desarrollo mayor con otras especies. El embalse en Palmar, rico en especies nativas, debiera ser tenido muy en cuenta para desarrollo de acuicultura. Otras muchas superficies acuáticas, en todo el territorio nacional, presentan aspectos muy favorables, como lagunas en la zona próxima a Bella Unión, la laguna de India Muerta, y cientos de otros lugares, aguadas, arroyos, ríos, todo lo que en nuestro país abunda y es riqueza, su sistema fluvial y oceánico.

Sin olvidar, la propia recomendación de FAO de aguadas artificiales, muchas veces creadas para otros fines. No sólo miremos el mar, que estamos de espalda, sino también nuestras aguas interiores, siendo capaces de ellas, obtener riqueza que nos ofrece. Se analizó así mismo, la posibilidad de lugares de cría de especies de mar, y se entiende que las antiguas instalaciones en Polonio, para las loberías, hoy abandonadas, pueden ser utilizadas para desarrollar allí, tareas con especies marinas, de peces y bivalvos. En La Paloma se estuvo instalando un proyecto para el mejillón, cuyos primeros resultados fueron positivos, pero distintas disposiciones de otras autoridades de momento, terminaron frustrando la iniciativa. Antes del 2005, se presentó un proyecto de Ley de fomento de esta actividad, con facilidades recogidas y adecuadas de casos similares a la Ley de Forestación, la que permitió el desarrollo de la misma, con los resultados ampliamente positivos en que se encuentra hoy. El proyecto al ingresar en el Parlamento sufrió la participación de intereses políticos y gremiales, en una mezcla de ingredientes de trabajadores y técnicos, que conformó una masa informe que lo llevó al cajón de los proyectos olvidados. Si bien posteriormente ha habido iniciativas, no parecen ser muy atractivas porque poco se conoce de resultados, en un tiempo ya prudencial para que así sucediera, y las actividades escasas, actuales, se desarrollan en medio de dificultades, muchas de ellas por imposiciones de organismos del Estado.

Mientras tanto llegan noticias del exterior, de países que han encontrado en el sistema de cría, verdadera fuente de empleo de mano de obra y empresas prósperas. Aquí en Uruguay, pocos conocen pero existe una de ellas en la cría del esturión, francamente exitosa, aunque de inversiones que debieron exigir esfuerzos muy grandes de sus propulsores. Especies nativas, sin requerir de grandes inversiones, dan posibilidades de interés para desarrollar. Facilidades, tributación adecuada, son necesarias para enfrentar costos en alimentación y salud de las crías. Apoyo tecnológico y guías de producción deben ser obtenidos en organismo del Estado, centrados en DINARA. Técnicos de primer nivel, existen en el país, y sería una oportunidad muy gratificante el desarrollo de estas especies acuáticas, que no se limitan sólo a peces, sino a ranas, algas, bivalvos, incluyendo de aguas dulces y de mar, en lugares naturales de y soluciones nuestro territorio. Deben buscarse soluciones apropiadas con posibilidades ciertas y no riesgosas, de inicios que no exijan grandes inversiones que pueden ser fallidas en la realidad, como sucede con algunos emprendimientos de los últimos años nacidos para el fracaso asegurado.

Una Ley de Fomento, necesaria, debe aportar el apoyo y facilidades para todo tipo de emprendimiento, como se dijo, en lo más variado en cuanto a especies, marinas, fluviales y lacustres, cuya vida sea dependiente de las aguas. El amplio panorama, de empresa familiar, complementaria de actividades rurales, con instalaciones hoy abandonadas como las que existen en Cabo Polonio de antiguas loberías, con aguas abundantes, en reservorios o en plantaciones como el arroz, inspiran a creer que la acuicultura puede ayudar en mucho, a estimular lugares de ocupación de mano de obra, a contribuir al abaratamiento de alimentos, ayudas a la salud, y aprovechar tiempos y espacios ociosos. Se hace necesario establecer en centros de enseñanza, la materia sobre acuicultura. Hay ya Escuelas Náuticas como la de Carmelo, tienen posibilidades de incluir en su programa de enseñanza de acuicultura, y en otras localidades, como San Gregorio, La Paloma, etc. tendría buen suceso

Finalmente, toda la actividad relativa a espacios marinos, fluviales y lacustres de la República, debieran ser conducidos por una autoridad centralizadora, capaz de cumplir con una única directiva emanada del Poder Ejecutivo. Terminar con la dispersión de organismos estatales, cada uno con sus disposiciones, que duplican, entorpecen, distorsionan con resultados más negativos que de prosperidad. Sin olvidar las Comisiones con países limítrofes, que no actúen en función de sus integrantes, sino siguiendo la directiva nacional dictada por la única y lógica autoridad que emana del Poder Ejecutivo. YEF

Nota: * (Promotor, redactor y negociador del Tratado del Río de la Plata, del Estatuto del Río Uruguay, Delegado ante NNUU en Convención del Mar, Experto en temas marítimos y, de soberanía y límites, ex titular de DINARA)

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