SEBASTIÁN CABOTO Y AARÓN DE ANCHORENA

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 Desde principios del siglo XVI España prestó especial atención a la preparación de los pilotos. Poco después de la fundación en 1503 de la Casa de Contratación de las Indias, en Sevilla, se estableció en agosto de 1508 la Cátedra del Arte de la Navegación y Cosmografía y se creó el cargo de Piloto Mayor. Este tenía la misión de examinar a quienes aspiraban a ser pilotos de naves y además, presidía el Tribunal de los Cosmógrafos. La nómina de los tres primeros que ocuparon dicho puesto es impresionante: Américo Vespucio, de 1508 a 1512; Juan Díaz de Solís, de 1512 a 1516; y Sebastián Caboto de 1518 a 1538.

 Al veneciano Caboto, Piloto Mayor del Rey de España, se le encomendó luego del regreso de Juan Sebastián Elcano de circunnavegar la tierra por primera vez, la organización de una expedición con finalidad estrictamente comercial, hacia los territorios en el Extremo Oriente de Las Molucas, Tarsis, Ofir, Catayo Oriental y Cipango; con el designio de arribar a aquellos sitios que podían prometer fantásticos tesoros.  Con tal fin se preparó una armada de cuatro buques, compuesto por tres naos y una carabela. Las naos eran embarcaciones que se usaron en los siglos XV y XVI, de alto bordo, con aparejo redondo, castillo y toldilla; arbolaba tres palos y el bauprés que al igual que los dos primeros portaba velas redondas, el último, mesana, llevaba vela latina.  Las que nos ocupan son dos de 144 toneladas: la “Santa María del Espinar” y la “Trinidad” y, una de 180 toneladas la “Santa María de la Concepción”, nave capitana comandada por Caboto. La carabela, que se denominaba “San Gabriel” era de 48 toneladas.  Las carabelas eran naves de alto bordo y arbolaban dos palos con aparejo latino, que en largos viajes era remplazado por velas de cruz en el trinquete y mayor.   Tripulaban los cuatro buques doscientos y pocos hombres.  La armada salió de Sanlúcar de Barrameda el 3 de abril de 1526, siguió la ruta habitual  a  las Islas Canarias, luego de treinta y seis días avistaron tierras del Brasil a la altura del cabo San Agustín, al sur del actual Recife, donde permaneció desde el 7 de junio en que llegaron, esperando vientos favorables para continuar su derrota hacia el sur. El 29 de setiembre de 1526 continuaron su itinerario.  Durante su estadía en Pernambuco, Caboto tomó conocimiento que el Río de Solís conducía a la Sierra de la Plata y al fabuloso imperio del Rey Blanco.  Esos datos y la pérdida de la nao capitana “Santa María de la Concepción”, que varó en la isla de Santa Catalina el día 28 de octubre de 1526, lo decidió a abandonar la expedición al oriente para dirigirse al Río de Solís a la búsqueda de la Sierra de la Plata. Con los restos de la “Concepción”, Caboto hizo construir una galeota (pequeño buque rápido a vela y remo de hasta dos palos) capaz de navegar en aguas poco profundas a la que bautizó “Santa Catalina”. A su finalización, tres meses y medio más tarde, retomó su ruta al sur a fin de  remontar el Río de Solís. Pasaron el Cabo Santa María el 21 de febrero de 1527, internándose en el Río de Solís, dejaron atrás la isla San Gabriel y el 7 de abril fondearon en la desembocadura de un río o arroyo navegable, asentándose en tierra, identificando el lugar como San Lázaro por ser ese día el quinto domingo de pascua. Fue el primer establecimiento español en el Río de la Plata, posiblemente en márgenes del actual Arroyo de las Vacas.  Desde San Lázaro, donde se incorporó a la expedición el grumete de Solís, Francisco del Puerto como intérprete, comenzó la primera expansión del poder español en el Atlántico Sur, pues de allí partió el 8 de mayo de 1527 la expedición al mando de Caboto en la carabela y la galeota que fundó el 9 de junio de 1527 el fuerte de Sancti Spiritus, en el Paraná, al norte de la actual ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fé.  Paralelamente también de San Lázaro salió Antón de Grajeda con las dos naos que restaban, aguas arriba del Río Uruguay, fondearon en un afluente que llamaron San Salvador y se establecieron el 30 de mayo de 1527.

 El 28 de agosto de 1527 se levantó la guarnición de San Lázaro, disminuida por el hambre y las privaciones, para reunirse con el resto de los expedicionarios en Sancti Spiritus, por medio de la galeota “Santa Catalina” enviada al efecto.  Caboto y su gente permanecieron en la zona buscando la  mística Sierra de la Plata por el Paraná y el Paraguay hasta 1530, cuando regresaron a España con los restos de la expedición, que por ese entonces estaba unida desde 1528 a la de Diego García, otro navegante cuyo destino era igualmente las Molucas, pero atraído por la posibilidad de encontrar la Sierra de la Plata se internó en el Río de Solís.  No obstante el fallido final que tuvieron las andanzas de Caboto y Diego García buscando la esquiva Sierra de la Plata por el Río de Solís, este tomó desde entonces el denominativo por el cual lo conocemos de: Río de la Plata.  Saltando en el tiempo, el 25 de diciembre de 1907 Aarón de Anchorena acompañado por Jorge Newbery en el globo aerostático “Pampero” partieron de Buenos Aires, cruzaron el Río de la Plata y aterrizaron en Conchillas, Departamento de Colonia. Entusiasmado por el lugar, Anchorena adquirió sobre la margen izquierda de la barra del Río San Juan y el Río de la Plata, once mil hectáreas que pertenecían a la empresa The River Plate Company Ltd., donde, como todos saben, formó un establecimiento de campo modelo, único en nuestro país, con un espléndido casco estilo Tudor hoy legado al Estado y usado por la Presidencia de la República.  Ya en 1911 la residencia Tudor estaba finalizada y el 24 de noviembre de 1912 Anchorena dio una fiesta para inaugurarla.  Después hizo construir torre monumento de setenta y cinco metros de altura que inauguró a unos cientos de metros de su casa, el 15 de febrero de 1927 en honor a Caboto, convencido que cuatrocientos años atrás en ese día y mes había arribado allí el navegante veneciano, cuando en realidad fue el 7 de abril de 1527 a San Lázaro (que, como se pudo ver, posiblemente estaba situado en el Arroyo de las Vacas).  En oportunidad de la inauguración de la torre, Anchorena descubrió una placa donde se lee:

 “15/II/1527 (Primera Fundación Española en el Río de la Plata)

 Sebastián Gaboto levantó un pequeño fuerte abandonado siete

 meses después. En 1555 el Capitán Juan de Romero con 120 soldados

 abrió por orden de Irala los cimientos de la ciudad de San Juan, después

 destruida por los indios”.

 Placa que padece de varios errores. De cualquier manera, los campos de la Barra de San Juan son sitios auténticos de nuestra  historia, pues la “ciudad” de San Juan aunque efímera, de mayo a octubre de 1542, existió y fue refundada como Guardia de San Juan en 1683 y perduró casi un siglo, hasta que el Virrey don Pedro de Ceballos acabó con la Colonia del Sacramento en 1777, pues el fin de la citada Guardia, entre otras cosas, era ahuyentar los ganados de la cercanía de ese establecimiento portugués para incomodar por hambre a su población.  Como testigos de esas épocas, quedan trece esqueletos en una especie de pequeño cementerio encuadrado a un lado de la torre, los que fueron descubiertos a instancias de Anchorena por el naturalista argentino Clemente Onelli en 1911.  Y la tumba del propio Aarón de Anchorena, sepultado al pie de la torre. Fuente Facebook de C/N (R) Francisco Valiñas

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