TLC China-Uruguay: ¿listos para dar el gran paso?

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La intención de concretar un tratado de libre comercio entre China y Uruguay anunciada por la nación latinoamericana parece tener todas las fichas a su favor, a pesar de que el país esté aparentemente constreñido por su pertenencia al Mercosur. Al revés, podría ser la punta de lanza para que el bloque completo se acerque a la nación asiática en plenitud a artista plástica uruguaya Gabriela Rieiro inauguró a mediados de este mes, en Montevideo, la exposición La Franja y la Ruta, una travesía que lleva a transitar la Ruta de la Seda a partir de las viñas de Uruguay. La muestra fue presentada en una ceremonia a la que asistió el embajador chino en Uruguay, Wang Gang, quien expresó que, más allá de los intercambios económicos, la cultura es clave y la obra de Rieiro “es una oportunidad para que nos conozcamos a través de esta Ruta de la Seda entre ambos orientales (uruguayos y chinos)”.La atención dada por medios chinos como Xinhua a esta y otras actividades de artistas uruguayos, como una exposición de fotografías gauchas de Luis Favini que llegó a Beijing en agosto, es parte del cortejo que se está dando en recientes meses entre ambas naciones. Un acercamiento que tuvo su punto más alto cuando el mismo presidente Luis Lacalle Pou anunció, el 7 de septiembre, que iniciaba negociaciones formales con China para explorar la posibilidad de suscribir un Tratado de Libre Comercio (TLC). “Hacer un estudio de factibilidad es el primer paso para iniciar negociaciones para cerrar un TLC bilateral”, dice Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay, quien explica a AméricaEconomía que dicho estudio se puede hacer en un lapso breve, de tres meses. “Después, lo que restaría es definir la fecha de inicio de las negociaciones para el acuerdo bilateral”, dice. “Si se inician esas negociaciones, yo te diría que [todo el proceso] llevaría ocho meses, máximo un año: son economías muy complementarias, tienen todos claro qué quieren y están de cierta forma apurados en cerrar ese acuerdo comercial [posiblemente] para marzo de 2023”, teoriza el académico. Pero, aunque los anuncios parezcan una apuro de último minuto, lo cierto es que un TLC ha estado en la mira de ambas naciones desde hace tiempo. “Desde el primer gobierno de (José María) Sanguinetti, en 1985, cuando Uruguay deja de reconocer a Taiwán y pasa a reconocer a China eso se concreta en 1988, de ahí en adelante hay una especie de política de Estado con respecto a China, de priorizar la relación”, destaca Bartesaghi. La relación creció fuertemente desde 2001, con el ingreso de China a la OMC. Pero el académico de la Universidad Católica considera que el momento determinante fue la visita de 12 días, en octubre de 2016, del presidente Tabaré Vásquez a Beijing. “Yo estuve con la delegación del presidente Vázquez ese año y el gobierno chino siempre dijo que estaba dispuesto a hacer un TLC; prefería hacerlo con el Mercosur entero, pero lo haría con Uruguay si el Mercosur no quisiera, y yo creo que este es el momento: un estudio de factibilidad conjunto es muy importante”, detalla Gabriel Rozman, presidente de la Cámara de Comercio Uruguay China (CCUCH).

EL FACTOR MERCOSUR

Como enunciaba Gabriel Rozman, Uruguay no viaja solo. La nación pertenece desde 1991 al Mercado Común del Sur- compuesto por Argentina, Brasil y Paraguay- y esa membresía, aparentemente, no le va a facilitar el camino. Si bien el gobierno uruguayo reconoció que pretende incluir a todos sus socios del bloque Mercosur en las negociaciones para suscribir el TLC con China, ya el solo anuncio generó asperezas con sus socios: principalmente Argentina y Paraguay, que mantienen relaciones diplomáticas y comerciales con Taiwán. “Que Uruguay sea puerta de entrada del Mercosur (en China), con el Mercosur mismo. Ese es el objetivo final y quizá el más importante”, explicó el secretario de la Presidencia de Uruguay, Álvaro Delgado, en una rueda de prensa en Montevideo hace dos semanas. Y es que, parte del problema es que por años se ha dicho que Mercosur no ha sido capaz como bloque de dar el impulso al comercio y al desarrollo de sus cuatro asociados que se esperaba al crearlo. Algo que el académico uruguayo Andrés Malamud, catedrático en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, reconoce, aunque con matices. “El Mercosur funcionó. En su primera década de vida cumplió tres funciones: fortaleció la paz regional mediante la eliminación de hipótesis de conflicto, consolidó la democracia al permitir la reducción de los presupuestos militares y blindó las reformas económicas de los noventa, triplicando el comercio intrarregional” explica a AméricaEconomía.

Así, durante las primeras décadas del Mercosur, Uruguay ganó escala en el comercio exterior y reputación internacional. Eso, hasta que ocurrió el estancamiento a causa de la devaluación del real en 1999, dice Malamud. “Ahora, siendo China su principal socio comercial y enfrentando Brasil y Argentina crisis de reputación internacional, el bloque perdió su atractivo […]. El problema actual no es el tratado sino la preferencia de los socios mayores por el proteccionismo, que se expresa en aranceles altos y pocos tratados de comercio”, ahonda Malamud. Entonces, esta pertenencia al bloque contiene una serie de reglamentos que previenen que los países actúen por sí solos en la materia comercial. El Tratado de Asunción, que funda el Mercosur en 1991, establece “un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones de Estados”. “Ergo, los estados miembros no pueden firmar tratados de comercio por su cuenta… legalmente. De todos modos, Uruguay no firmó un TLC con Estados Unidos porque estos priorizaron sus buenas relaciones con Brasil, y es probable que China haga lo mismo”, opina Andrés Malamud. Durante la cumbre de presidentes del Mercosur, celebrada el 26 de marzo de este año, tanto los presidentes Bolsonaro, Benítez y Lacalle Pou plantearon la idea de “flexibilizar” la dinámica del bloque, para lograr una mayor integración global.Y aunque Argentina sigue estando en contra, el apoyo de Bolsonaro a abrirse a China podría ser el impulso político que necesita el bloque. “[De] Argentina ya conocemos su posición, que es contraria a la apertura y a la flexibilización, pero Brasil principalmente por impulso de Guedes y el mismo Bolsonaro […] está dando señales muy claras de que quiere un Mercosur distinto, más abierto al mundo, con un arancel común más bajo y le viene bien para la discusión interna que Uruguay pueda avanzar en cerrar un TLC bilateral con China para después discutirlo a nivel regional”, afirma Ignacio Bartesaghi. De esta forma, Uruguay sería el país de avanzada para concretar un TLC con el bloque, a futuro. Esto, porque si bien es “una respuesta que da Uruguay, a la larga la va a terminar dando todo el Mercosur, porque la realidad le pasa por arriba al Mercosur y sus tiempos: las dinámicas del comercio internacional, lo que es China a nivel mundial hoy y lo que va a hacer mañana hacen que sea imposible que el Mercosur no se abra a China tarde o temprano”, recalca el académico de la Universidad Católica. Una especie de matrimonio por conveniencia, donde “Brasil quiere que esta discusión se dé en el Mercosur y Uruguay quiere el TLC con China, entonces lo que está haciendo Brasil es apoyar a Uruguay en esto y Uruguay también apoya a Brasil en su propuesta de bajar el arancel”, detalla Bartesaghi. “En síntesis, la suerte del acuerdo Uruguay-China se decide en Brasilia”, opina Malamud. La interrogante es cómo hacerlo sin contravenir las disposiciones del bloque. Silvia Karina Fiezzoni, doctora en Derecho Internacional de Dalian Maritime University, en China, enumera alternativas para lograr la viabilidad jurídica de negociar acuerdos bilaterales por parte de cualquier Estado miembro: puede ser mediante la firma de un acuerdo marco por parte del Mercosur en conjunto, que habilite nuevas instancias de negociación comercial bilateral, como sucedió con el acuerdo ACE 60 que celebró Uruguay con México. Otro ejemplo es el TLC suscrito en 2018 entre Brasil y Chile, en el marco del ACE 35. “Por otro lado, si el objetivo de Uruguay es mantener las preferencias arancelarias con los países del Mercosur y al mismo tiempo obtener la autonomía para su relacionamiento comercial externo, de acordarse previamente con los Estados miembros, una alternativa jurídica sería utilizar la figura de la ‘desvinculación’ en lo referente a las negociaciones externas, y la ‘adhesión’ para constituirse como Estado asociado del bloque. O bien solicitar una autorización expresa, o waiver, que permita la negociación bilateral, como excepción a la regla general impuesta por el Mercosur, con otros países o bloques”, dice la abogada, quien es miembro consultor e integrante del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) en una columna.

PRIMER SOCIO COMERCIAL

Con o sin TLC, el principal socio comercial de Uruguay es, desde la década pasada, China, que en pocos años superó a Brasil y a Estados Unidos, que solían ser los principales destinos de sus exportaciones. Según datos del Gobierno uruguayo, hoy un 30% del total del comercio exterior local se destina a China. La mayoría del comercio se refiere a materias primas, aunque el gobierno uruguayo se propone avanzar en intercambios en materia de servicios, tecnologías, turismo y electrónica. Pero un tratado y sus aranceles cero podrían multiplicar esa bonanza, como reconoció la propia ministra de Economía y Finanzas de Uruguay, Azucena Arbeleche, quien dijo la semana pasada, a través de Xinhua, que un TLC con China generaría mayor inversión y, en definitiva, “un derrame en toda la economía uruguaya, teniendo más crecimiento y dando la posibilidad de aumentar los puestos de trabajo”. Actualmente, la carne de vacuno es el principal producto exportado a China (56%), por un total de US$ 351,4 millones en el segundo trimestre de 2021, según el informe de relaciones comerciales entre Uruguay y China de la Universidad Católica del Uruguay. “Uruguay hoy paga aranceles del 10%, 15%, 20% para llegar a China [que con un TLC] va a dejar de pagar y eso es una ganancia en competitividad y es un ahorro importante”, recalca Bartesaghi.

Y no se trata solo de aumentar exportaciones.

De acuerdo con la CCUCH la rebaja arancelaria también incidirá positivamente para los importadores, reconociendo los pros y contras de ese hecho en la industria local. “Afectará negativamente [a sectores] como vestimenta, cuero, zapatos… cosas así. Si importamos zapatos desde China, ellos no se darán ni cuenta, pero nosotros vamos a sentirlo”, reconoce Gabriel Rozman, quien propone la idea de usar parte de los aranceles que se dejarían de pagar para reinvertirlos en un fondo de reconversión para quienes se vean afectados.

Pero en la suma, se estiman más beneficios que perjuicios con un tratado de libre comercio.

“Lo que nos dicen las experiencias que han pasado en Chile o en otros países es que han crecido la importación de productos de alto contenido tecnológico de China después de los TLC”, precisa Bartesaghi. Para él, un TLC con China permite exportar servicios, inversiones, cooperación también es un interés estratégico para obras de infraestructura en Uruguay. Los TLC para China son mucho más que arancel cero; hay razones geoestratégicas y geopolíticas que también deben ser consideradas que son impactos positivos para Uruguay que, siendo una economía pequeña, la ponen en el mapa internacional y generan interés de otras economías”, puntualiza. Por eso el momento es ahora, coinciden los entrevistados.“Si China dice que quiere hacer un estudio de factibilidad conjunto, la palabra conjunto es muy importante, porque nosotros habíamos hecho un estudio de factibilidad uruguayo interno, pero nunca lo discutimos con ellos […]. Creo que las condiciones están dadas, porque las exportaciones están creciendo todos los años y creo que ya es el momento de hacerlo”, concluye Rozman.  Fotos: Ministerio de RREE de China y presidencia de Uruguay. https://www.americaeconomia.com/   

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