¿Qué son las corrientes de retorno? Este y otros peligros de la playa

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Oceanógrafa y guardavidas con 20 años de experiencia estudia las corrientes de retorno para evitar ahogamientos. A las 10:30 de un viernes de febrero, María Pedragosa llegó a la bajada 7 de Parque del Plata, abrió la casilla de los guardavidas y se dio un baño para quitarse el calor que ya le quemaba la piel. Una vez fresca divisó el paisaje. Había viento de tierra –es decir, soplaba de la costa hacia el mar– lo que permitía, sin otras condiciones, que “estuviera chatito”. Disfrutable y seguro. Para las 11:15 la situación era otra. Había empezado a soplar desde el sur, lo que aumentó el oleaje y, con él, que la playa se hiciera más profunda. Quizás todavía era disfrutable pero ya no era tan segura. Esta oceanógrafa y estudiante de la maestría de Pedeciba Geociencias y guardavidas hace 20 años sabe de lo que habla: “La playa puede cambiar de un momento para otro”. Y es ese instante el que ella quiere calcular con anticipación matemática y descifrar cómo la combinación entre el mar de fondo, el mar de viento, el viento de tierra y el viento de mar puede ser la responsable de un ahogamiento. “La corriente de retorno es la vedette en nuestro trabajo porque es la que provoca la mayoría de los accidentes que llevan a la persona hacia dentro del mar”, apuntó. No obstante, la suya es la primera investigación en el país sobre esta dinámica de playa que puede producirse de manera instantánea y de la que no se conoce, hasta ahora, cuáles son las condiciones para que ocurran en determinados puntos de la costa. No se conoce qué incidencia tiene en los rescates o ahogamientos.

Cuando se combinan dos olas.

Hay dos tipos de oleaje: el mar de viento y el mar de fondo. El primer es aquel que sopla del mar hacia la tierra y genera un oleaje local. “Es un oleaje desordenado; es cuando decimos que está el mar picado”, enseñó la oceanógrafa y guardavidas María Pedragosa. En cambio, el mar de fondo es aquel que viene desde “muy lejos” provocado por un viento que sopló “a miles de kilómetros de distancia”. En comparación, es un oleaje más ordenado. Ambos fenómenos pueden coexistir en la playa y esto constituye una situación potencialmente peligrosa por el origen de corrientes de retorno. Si solo hay mar de fondo, el resultado es una playa “chatita”. Pero las condiciones pueden cambiar de un momento para otro, al que sucede frecuentemente en verano. “En la mañana tenemos viento de tierra (hacia el mar) y en la tarde viento de mar (hacia la costa). Ocurre a lo largo del verano como una constante”, explicó. La brisa marina o virazón es un fenómeno común en la costa. Se produce por el calentamiento diferencial entre el continente y el océano que genera una celda vertical con vientos perpendiculares a la costa. Se inicia cerca del mediodía y finaliza en la tardecita. “Es lo que hace que la playa sea totalmente distinta entre la mañana y la tarde”, añadió la guardavidas.

Advertencias.

Pedragosa se ha pasado muchas horas de su vida mirando cada centímetro del mar. En los últimos 12 años lo ha hecho en Parque del Plata. Desde la casilla de guardavidas la fue atrapando el oleaje y su consecuencia en la morfología de la playa o en los bancos de arenas. Tanto creció su fascinación que cambió su orientación en la licenciatura de biología en el último año de carrera y se convirtió en oceanógrafa y hoy es docente de dinámica de playas en el Instituto Superior de Educación Física donde hoy se capacitan los guardavidas. Y lo principal que enseña es que hay que tenerle respeto a los vientos y a las corrientes. “El viento incide sobre el mar y genera oleaje que, a su vez, genera corrientes. Hay corrientes paralelas a la costa o longitudinales que son las que nos arrastran para el costado y están las corrientes de retorno que se forman en lugares puntuales de la playa y te llevan hacia adentro. Son las principales corrientes que inciden en el ahogamiento. A nivel mundial se reporta que el 80% de los ahogamientos en playas se debe a esta causa pero en Uruguay nadie las ha estudiado. Es uno de mis objetivos”, dijo. Una corriente de retorno es un flujo de agua que corre rápida y perpendicularmente desde la orilla en dirección mar adentro. Se extiende desde la línea de la costa hasta la zona de asomeramiento (donde las olas reducen su velocidad y longitud de onda, mientras que aumentan su altura para mantener el flujo constante de energía), pasando por la zona de rompientes (donde se propagan desde la rotura). Estudios del Sistema de Observación y Predicción Costero de las Islas Baleares estiman que las corrientes de retorno pueden tener un ancho de entre tres y 60 metros y pueden alargarse mar adentro hasta los 100 metros con una velocidad de 0,3 a 0,6 metros por segundo, aunque en algunos casos pueden superar los 2,5 metros por segundo. Este tipo de datos es justamente los que busca calcular Pedragosa para el país. Afortunadamente, no ha tenido que lamentar pérdidas humanas. Pero recuerda dos accidentes en Parque del Plata que para ella no tienen otra explicación que una corriente de retorno.

“Fueron instantáneas. No hay forma de que personas que no supieran nadar hayan llegado tan adentro”, apuntó. Cuando las corrientes están más claras, los guardavidas colocan banderines rojos en la orilla; no obstante, “por imprudencia, la gente no respeta las señales”.

Los ahogamientos asociados a las corrientes de retorno se producen cuando las personas que han sido arrastradas no pueden continuar nadando hacia la costa o mantenerse flotando, se cansan y entran en pánico. Ante cualquier rescate, los guardavidas deben llenar un informe. A instancias de Pedragosa, se sumó una pregunta que le servirá para su estudio: si en ese momento había condiciones de corriente de retorno. Estas no son fácilmente identificables, pero hay algunos elementos que pueden ser indicativos: una canalización de agua agitada o picada respecto del contorno, un cambio de color drástico en la playa baja, una línea de espuma, algas o residuos desplazándose mar adentro y una ruptura en la alineación del tren de oleaje o las olas que llegan a la costa. “Los días con mucha frecuencia de olas y con olas grandes son peligrosos porque, sobre todo, son corrientes de retorno”, contó a El País. Y añadió: “Cuanto mayor sea el tamaño de la ola es probable que tengamos corrientes de retorno. La ola rompe, acumula esa agua y tiene que irse. El agua retorna por estas corrientes. Son más habituales en Maldonado y Rocha pero, eventualmente, pueden formarse cuando el oleaje aumenta de golpe y en un lugar impredecible”.

Viento de tierra: un peligro subestimado.

El viento de tierra, es decir, aquel que sopla de la costa hacia el mar, también constituye un peligro para los bañistas. “Ese viento genera una corriente superficial en toda la playa que lleva pelotas y cualquier tipo de inflable hacia adentro o lleva,

principalmente, a niños o principiantes que están acostados en tablas de surf o morey. La gente va atrás de las cosas porque no las quiere perder y no se dan cuenta que están yendo cada vez más lejos de la orilla y ahí ocurre el accidente. Una vez que se dan cuenta que se alejaron demasiado o que no hacen pie se ponen nerviosos y eso es un desencadenante”, explicó la oceanógrafa María Pedragosa a El País. Y concluyó: “El viento de tierra es otro de los peligros de la playa que no hay que subestimar”. La OMS informa que el ahogamiento es la tercera causa más importante de mortalidad por traumatismo no intencional; representa 7% de todas las muertes relacionadas con traumatismos.  https://www.elpais.com.uy/

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