Cortar la cooperación uruguaya para frenar la depredación en el Atlántico Sur

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El rechazo de la Cancillería argentina a la ayuda ofrecida por Estados Unidos para patrullar de forma conjunta la milla 201 reavivó el tema del verano: la flota china en el Atlántico Sur. Pero los especialistas no ven ahí el problema sino en la falta de decisión para atacar el tema en su punto neurálgico. Que la flota extranjera, mayoritariamente china pero también coreana y española, se apostará sobre el límite exterior de nuestra Zona Económica Exclusiva e intentará ingresar para capturar todo el calamar illex que pueda en esta época del año, no es noticia para el sector pesquero. Se trata de un ritual que se repite cada verano y se prolonga hasta entrado el otoño desde hace más de una década. Cada año que pasa la situación toma mayor notoriedad, porque desde distintos ámbitos y latitudes llegan graves denuncias sobre esta flota: violación de los derechos humanos que hablan de esclavitud y muerte; depredación, triangulaciones que permiten comercializar los productos de la pesca no declarada y no reglamentada, trasbordos y carga de combustible en alta mar. A todo esto, se suma una reciente denuncia de captura de mamíferos marinos en aguas del Mar Argentino burlando la vigilancia nacional. En este rincón del mundo, todos estos atropellos son posibles gracias a la complicidad del gobierno uruguayo que alberga y provee a la flota que opera en el Atlántico Sur y es algo que tampoco es nuevo para el sector pesquero nacional. Los avances de la flota china fueron noticia el año pasado cuando unos cien barcos, en una maniobra de tipo operación comando, ingresaron en nuestra Zona Económica Exclusiva. La patrulla de las fuerzas de seguridad nacional no estaba en el área y solo se contó con la denuncia de pesqueros argentinos que se encontraban próximos. El hecho fue negado desde la Cancillería, aunque inmediatamente se destinaron más recursos para aumentar el control. Así lograron atrapar tres barcos pescando dentro del Mar Argentino e increíblemente la Cancillería se vanagloria de ello. En los albores de 2021 se conoció un video en el que barcos chinos descargaban un ejemplar juvenil de elefante marino y tripulantes de otras embarcaciones de la misma nacionalidad, denunciaron que ingresan al Mar Argentino a capturar mamíferos para luego vender sus dientes, pieles e hígado entre otros órganos, saliendo desde el puerto de Montevideo. Uno de los barcos involucrados fue el Oynan 77, capturado en 2019 en nuestras aguas. Desde Argentina se han realizado algunas acciones simbólicas tendientes a desalentar, principalmente, el ingreso de estos barcos a nuestro mar territorial. Se actualizaron los montos de las multas y se robusteció el presupuesto para fortalecer el patrullaje. Pero esos fondos se habrían cortado hace unos meses y ese sería uno de los puntos abordados ayer en la reunión que mantuvieron autoridades de la Subsecretaría de Pesca, Ministerio de Seguridad y las de la Prefectura. Las fuerzas de seguridad han firmado acuerdos con agencias de Estados Unidos y Francia para reforzar la cobertura satelital, como así también con países de la región para elaborar un registro de barcos sospechosos.  Esto explicaría, en cierta forma, la falta de interés del gobierno por la propuesta que realizara Global Fishing Watch de trabajar en forma conjunta para combatir la pesca ilegal a través del monitoreo remoto, aunque de todas formas hubiese sido provechoso para exponer la raíz del problema. Menos comprensible resulta el reciente rechazo de la Cancillería a la propuesta de patrullaje conjunto en la milla 201 realizada por el gobierno de Estados Unidos, siendo que se trata de uno de nuestros puntos más débiles. El guardacostas Stone está llevando a cabo operaciones de seguridad marítima en el Atlántico Sur para combatir la pesca ilegal, no reglamentada y no declarada. La intención era involucrar a “socios como Guyana, Brasil, Uruguay, Argentina y Portugal”, habían señalado desde la Guardia Costera de Estados Unidos mediante un comunicado. Pero ni Argentina ni Uruguay aceptaron la propuesta. Milko Schvartzman, especialista en conservación marina y pesca ilegal del Círculo de Políticas Ambientales que en 2018, junto con Océnanosanos y Ocean5, denunció la llegada de un muerto por mes al puerto de Montevideo proveniente de esta flota, señaló al respecto: “Es preocupante que la Cancillería se oponga a que otro Estado colabore en la lucha contra el problema más grave del Atlántico Sur: la pesca ilegal, pero es más preocupante que barcos del Estado chino violen nuestra soberanía y depreden nuestros recursos y la Cancillería no se inmute”. Para Schvartzman y Daniel Coluccio, gerente de la cámara pesquera ALFA, no es casual que ambos países hayan rechazado el ofrecimiento. El problema está claro para ellos y para muchos que seguimos el tema. Una mayor vigilancia, si bien es importante, no garantizará el fin de la pesca en la milla 201 sino el corte de suministro de víveres, combustible y de una vía legal para comercializar el producto de la pesca indiscriminada en el Atlántico Sur, que desde hace más de una década facilitan los hermanos uruguayos. “En principio, no tengo claro si el guardacostas de Estados Unidos viene a ayudar, pero aquí al parecer, hay otras cosas en juego. En Argentina tenemos una base china, sabemos perfectamente que los barcos chinos llegarán cada año al borde de la milla 200 y que Uruguay y el gobierno de ocupación de Malvinas les brindarán apoyo. La solución es sencilla, no hay que estar preparados para tirar balas, hay que cortar el suministro de combustible y las vías de comercialización. En la Cancillería no están trabajando en este tema. Cuando los problemas persisten en el tiempo, más que un problema es un negocio», señala con claridad Coluccio. Con preocupación y algo de resignación, el gerente de ALFA sostiene que “Argentina ya eligió su destino en las urnas y en materia pesquera, puntualmente en este tema, aunque a nosotros no nos guste, es lo que se eligió. Le cerramos la puerta a Estados Unidos y se la abrimos a China y Rusia. Nosotros no somos iluminados, solo exponemos un problema que Cancillería conoce muy bien”. Mientras Uruguay siga siendo el refugio de los barcos ilegales, incluso de aquellos que han ingresado dentro de nuestra Zona Económica Exclusiva y el gran proveedor de bienes y servicios de la pesca no declarada, no reglamentada y olímpica, esta actividad se seguirá fortaleciéndose a base de trabajo forzado y destrucción del ambiente, todo bajo la mirada cómplice de los argentinos. https://revistapuerto.com.ar/

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