UNA REGATA OLÍMPICA DESDE ADENTRO

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El catamarán está caído a varios metros del Puerto del Buceo. A su alrededor se mueven Pablo Defazio y Dominique Knüppel, que en pocos minutos y con la fuerza de cinco personas logran levantarlo para seguir su entrenamiento. Su objetivo es navegar entre dos boyas, la ida con viento en contra, vuelta a favor y aguas cada vez más agitadas. El ejercicio se parece a las regatas, pero de menos distancia y más intensidad. Es la primera vez que muestran a la prensa un entrenamiento en cancha a mar abierto y no esconden los contratiempos: se trata de una disciplina compleja. Mariana Foglia es la tercera integrante, que mira la caída desde lejos. “Se ven duras de afuera”, dice, “pero que cuando uno las vive en carne propia no son nada”. Foglia está embarazada de cinco meses, espera su segunda hija con Defazio, y por eso la que toma la posta en la disciplina es Knüppel, regatista de 24 años.

Dominique Knüppel y Pablo Defazio

Es la más joven, aunque ha navegado toda su vida –su padre y también deportista olímpico Bernd Knüppel, la acompaña en el proceso. Dominique se sumó a la dupla antes de los Juegos Olímpicos de Río 2016 como suplente y ahora que comienza el ciclo rumbo a Tokio 2020 reemplazará a Foglia durante un tiempo. Más adelante se repartirán los campeonatos, y ambas serán las tripulantes de esta disciplina que se practica de a dos. Ser tres no es ninguna desventaja, dice Knüppel. Las reglas obligan a que el timonel que clasifica (Defazio) sea siempre el mismo. Sin embargo, los tripulantes pueden cambiar. “Nosotros estamos jugando con eso de que a mayor cantidad de tripulantes, mayor posibilidad de clasificar”, explica Knüppel quien aprovecha la oportunidad para formarse con la única dupla uruguaya que está compite en esta clase. Para la pareja, es una pieza fundamental: “Esto lo hacemos por pasión pero tenemos una familia, no podemos irnos dos meses los dos”, dice Defazio.

AGENDA OLÍMPICA

Esta es una de las últimas veces que el equipo navegará su catamarán, porque el Nacra 17, que se estrenó como disciplina olímpica en los Juegos de Río 2016, cambió. Para Tokio 2020 los competidores deberán aprender a usar uno completamente nuevo, que navega elevado a varios centímetros del agua. Defazio bromea con que tiene que “aprender a volar”, pero el nombre correcto de la técnica es foiling, y les va a implicar todo un aprendizaje.

NACRA 17

Para que los europeos no queden adelantados, la empresa que realizó las modificaciones en las naves recién las lanzó a la venta este mes. El miércoles, Defazio y Knüppel viajarán a Holanda a buscar su nuevo catamarán y aprender a navegarlo para su próximo desafío: el Mundial que se celebrará en La Grande Motte, en Francia, en las primeras semanas de setiembre. Esta vez, los europeos solo les van a llevar un mes de ventaja y la competencia será un gran ensayo general para todos. Ya desde Río 2016 el equipo tiene en mente a Tokio 2020. Incluso durante las vacaciones, cuando se suponía que tenían que descansar, Defazio ya estaba sacando cuentas. En su calendario estaban el Mundial de 2017, las sucesivas clasificaciones para los Juegos de Tokio (en 2018, 2019 y 2020) y los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Estos últimos le dan al equipo la posibilidad de conseguir más apoyos y entrenamiento, pero la entrada no está asegurada: “Hay solo ocho cupos y sabemos que vamos a tener una dura pelea para conseguir el nuestro”. Una caída con el nuevo catamarán no sería tan inofensiva como las habituales. A mayor velocidad y navegando desde el aire, hay quienes tienen miedo de quedar atrapados bajo el mástil, si este llegara a partirse al caer. De hecho, el nuevo modelo trae nuevas reglas y los competidores tendrán que usar casco, algo que no se les exigía hasta ahora. Se habló incluso de agregar un tanque de oxígeno y chalecos que cubrieran mejor el pecho, pero Defazio está confiado en que el peligro no está en su nave, sino en las de los otros competidores, cuyos movimientos no puede controlar. Con el mojón puesto en Francia, el trío olímpico empieza un nuevo viaje en una disciplina recién estrenada en el vertiginoso mundo olímpico. Y allí está su oportunidad.

Dominique Knüppel

Desde que a los 7 años empezó la escuela de vela, no ha dejado de entrenar. Es instructora en Colonia y además cursó arquitectura. Durante su adolescencia vio a sus actuales compañeros de categoría, Pablo Defazio y Mariana Foglia, como referentes de generaciones mayores, hasta que se sumó a la pareja en la previa de los Juegos de Río 2016. “Quiero creer que lo que le aporto al equipo es la energía”, dice.

Pablo Defazio

Dirige el taller de velas VMG, que ofrece servicios náuticos. Comenzó su carrera en el yatching en 1990, en la clase optimist, y disputó numerosos campeonatos a nivel internacional. Clasificó junto a su esposa, Mariana Foglia, al Río 2016 donde estrenó la clase Nacra 17.

Mariana Foglia

Es bióloga pero el yatching corre por sus venas: sus hermanos Alejandro y Andrea también compiten y se destacan a nivel internacional y olímpico. Empezó a navegar en el Yacht club de Punta del Este a los 9 años y luego fue instructora durante varios años más. http://www.referi.uy

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