Lola Moreira repasó una gran temporada, su última como juvenil, y mira hacia lo que viene

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Se tatuó los aros olímpicos, rompió el trofeo del Mundial Juvenil, ganó una medalla histórica entre las grandes, ratificó que tiene un talento que no para de crecer y cerró su etapa como juvenil entre un abrazo que revela el valor del deporte y otra medalla que manifiesta que es la gran referente femenina del Uruguay. Dolores «Lola» Moreira llegó hace pocos días de la isla china de Sanya donde ganó la medalla de plata del Mundial Juvenil (sub 19) de la clase laser radial de yachting y todavía no se acomodó al cambio horario. Llegó en ómnibus a la redacción de El Observador sufriendo el calor y contenta porque terminó en el puesto número 15 del ránking mundial, una marca histórica para ella. Contó que está «súper contenta» por la temporada que se va. «Los resultados se vienen dando por el trabajo de todo el equipo. Estoy feliz pero también ansiosa por todos los campeonatos que se vienen en 2018», contó Lola, que el 16 de febrero cumplirá 19 años. En enero de este año se tatuó los aros olímpicos en el antebrazo derecho. Su paso por Río 2016 donde llevó la bandera de Uruguay en el desfile inaugural le quedó marcado. Literalmente. En junio, hizo historia al ganar la medalla de bronce de la final del Circuito Mundial disputada en Santander. «Fue algo inesperado. Fuimos con el objetivo de quedar entre las 10 primeras, pero arranqué primera, luego me mantuve entre las cuatro primeras y en la última regata saqué medalla de bronce quedando a punto de ganar la de plata», recordó. Habla en plural porque en todos sus logros resalta el papel que cumple su entrenador, el olímpico Luis Chiapparro: «El Chato a esta altura es un segundo padre, es mi padre del agua. Es el cuarto año que estamos trabajando juntos, aprendí muchísimo con él. Me sabe decir las palabras justas para salir a matar al agua y sabe observar la zona de regatas para armar buenas estrategias». También resalta el trabajo de su preparadora física María Frins. Después de bajarse del barco en Río ya diagramaron la hoja de ruta para Tokio 2020. «Para este primer año el foco estaba puesto en mejorar en lo físico para ser más competitiva en condiciones con vientos fuertes. Como no soy tan alta como otras chicas necesito compensar esa desventaja con peso muscular. Todavía me falta, pero se notan algunos cambios», expresó. Eso ya se notó en Santander donde corrió en dos jornadas con vientos extremos para su clase. 

En agosto, disputó tres mundiales en un espacio de 40 días.

«Fue una experiencia súper exigente. Fui quinta en el Mundial sub 21 donde sopló bastante y eso ratificó que mejoré mucho con viento. Después corrí el Mundial abierto sub 19, el que organiza la clase laser y no la World Sailing. Éramos 110 competidoras, había que mantener un buen promedio y gané medalla de plata. En el de mayores arranqué muy bien, estuve entre las 10 primeras pero en la jornada final me fue mal y bajé al puesto 16. Pero igual estuve peleando con las mejores y aprendí muchísimo», contó como pasando por alto que fue vicecampeona del mundo, que entre 110 competidoras fue la segunda mejor y que solo le ganó una alemana.

Después, en octubre, se fue a Japón a conocer la cancha donde se disputarán los Juegos Olímpicos de 2020.

Corrió en Gamagori primero y fue 12ª en la primera etapa de la Copa del Mundo 2018. «Sufrimos dos tifones en 20 días. El primero fue al terminar el primer torneo, por suerte entró de madrugada y que los barcos que destrozó no fueron los nuestros».

Después fue a Enoshima, donde se disputarán los Juegos. «En los dos lugares el viento era loquísimo, muy cambiante. Normalmente podés tener una idea a dónde puede ir el viento, pero acá era impredecible. En Río ya fue muy cambiante, pero esto fue peor aunque dicen que el viento fue de tierra y que en verano, cuando se celebrarán los Juegos Olímpicos soplará viento térmico, desde el mar, y que no serán tan complicado». Dicen, pero esto es como el fútbol, aunque acá en vez de jugar hay que navegar después de pronosticar. «La idea es navegar todos los años en Japón de acá a los Juegos para conocer más y mejor la cancha», afirmó.

Y así llegó a China para intentar revalidar el título juvenil que ganó el año pasado en Auckland. 

Lo primero que tuvo que hacer, y lo hizo con mucha vergüenza, fue devolver el trofeo –que se lleva la campeona y que debe entregar al año siguiente– roto. «Fue en el avión, se enganchó y se le salieron algunas piezas».

Después protagonizó un mano a mano espectacular con la estadounidense Charlotte Rose. «Tenemos una gran relación, armamos el barco juntas todo el torneo y nos llevamos muy bien. Antes de ir al agua en la última jornada nos dimos un abrazo muy lindo como diciendo ‘que gane la mejor’. En el agua le hice la vida imposible para ganarle, pero bancó y se llevó el oro».

Paysandú la espera para pasar unos días con su familia. Pero Lola ya mira hacia el 2018: Miami (enero) y Hyeres (abril) la esperan para completar las etapas de Copa del Mundo. La final (si clasifica) será en Marsella. Luego se vendrán los Odesur y el Mundial de Aarhus donde intentará clasificarse a los Juegos Olímpicos. Para eso necesita meterse entre las 25 primeras. «Ese es el objetivo para 2018». Hay talento de sobra.

Las frases

«El tatuaje de los aros olímpicos me lo hice después de ganar el oro juvenil en Auckland, es algo muy lindo porque me hace acordar a Río, pero ahora ya pienso en cumplir otro sueño».

«Me pone muy contenta que me digan que soy una referente del deporte o que haya chicos que se acercan al deporte por mí, como me pasó una vez con Jano Foglia, que lo vi después de Londres 2012 y me motivó a llegar»

«Cierro la etapa de juvenil viendo un constante progreso. En mi primer Mundial fui décima, en el segundo cuarta y luego oro y plata» Dolores Moreira, vicecampeona mundial juveniles. http://www.referi.uy

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