Deberes que cumplir

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Foto: Carlos Lebrato

Por Juan ORIBE STEMMER

Los desafíos que enfrentamos demuestran (por si ello fuera necesario) la importancia de las funciones esenciales del Estado.  Como la protección de la salud pública, la seguridad de sus ciudadanos y la vigilancia y protección del territorio nacional y las frontera y áreas de jurisdicción de nuestro país.
La tutela de la salud pública es un deber fundamental y requiere sobre todo prever y prevenir. Es inexplicable que no se hayan tomado a tiempo medidas eficaces para enfrentar una pandemia que avanzaba con paso arrollador. La lucha contra la delincuencia es una prioridad esencial para tutelar la vida y propiedad de los ciudadanos y evitar caer en una situación de anomia. La expansión del narcotráfico en la región amenaza la salud, la seguridad y el propio sistema político y hace imprescindible, entre otras cosas, mejorar la vigilancia de nuestras fronteras terrestres y acuáticas y de nuestro espacio aéreo.

Vivimos en un mundo peligroso.

Las sociedades tienden a concentrar su atención en los valores esenciales de vida o salud, libertad, seguridad o propiedad, solamente cuando están en peligro. Pero, son valores permanentes y siempre deberían ser considerados (y tratados) como prioritarios. No es posible construir, a partir de la nada, en pocas semanas, un sistema de salud para enfrentar una emergencia como la actual. Tampoco es realista pensar en crear fuerzas armadas en cuestión de días, para defender fronteras o territorios de amenazas externas. Son organizaciones complejas que requieren preparación, tradición, recursos materiales y humanos. Todo lo cual toma muchos recursos y mucho tiempo. Es necesario cuidarlas en las buenas para cuando vengan las malas.  El Uruguay necesita fuerzas armadas modernas y adecuadas para enfrentar las diferentes amenazas que enfrentamos. Primero, para proteger nuestras fronteras terrestres, aéreas y marítimas. Segundo, para cumplir con la obligación fundamental de todo Estado soberano, de evitar que en su territorio se ejecuten acciones que tengan efectos perjudiciales en el de sus vecinos. Tercero, para cumplir con las obligaciones internacionales. Por ejemplo, en el caso de la Armada, las obligaciones establecidas en las convenciones de OMI. Cuarto, con el fin de apoyar, dentro de nuestras posibilidades, la seguridad de la región a la cual pertenecemos. Y, finalmente, que sirvan como núcleo a partir del cual se puedan tomar medidas para adaptarnos rápida y eficazmente a las amenazas que nos esperan en la neblina del futuro de nuestra región.

Y estas últimas pueden ser muy serias.

Por esos motivos siempre me ha chocado la mentalidad de “reducir el Estado al nivel de nuestras posibilidades”, tan popular a veces. Las consecuencias de esta forma de pensar que se enfoca en achicarse, cuando los desafíos crecen y se hacen más urgentes, pueden ser tremendas. Porque, como sucede con la vigilancia de los espacios geográficos sujetos a la soberanía de nuestro país, esa visión nos pone en riesgo de quedar indefensos. Quizás sería más positivo adoptar una mentalidad de “crecer para ponernos a la altura de nuestras responsabilidades”, con el fin de construir una sociedad más justa y cumplir con las obligaciones esenciales.- https://www.elpais.com.uy/

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