Registran una nueva y rara especie de cetáceo para Uruguay, cuya presencia no estaba confirmada aún en América del Sur

0
344

El trabajo de un equipo de especialistas uruguayos determinó que dos ejemplares de cetáceos aparecidos en Canelones son una madre y una cría de zifio de Ramari, una especie que hasta 2021 era desconocida para la ciencia. En 2011, un extraño cetáceo preñado varó en la costa oeste de Te Waipounamu, en Nueva Zelanda. A simple vista parecía una ballena picuda de True o zifio de True (Mesoplodon mirus), que de por sí es bastante curiosa. Las ballenas picudas o zifios –que técnicamente no son ballenas porque pertenecen al grupo de cetáceos con dientes, como los delfines y las marsopas– son muy diversas y con amplia distribución, pero algunas de ellas se encuentran entre los mamíferos grandes más enigmáticos y desconocidos del planeta. Tienen un cuerpo robusto y un hocico prominente que les da su nombre común, aunque estas no son características sencillas de observar en el mar. Su carácter elusivo y su preferencia por aguas profundas las han convertido en animales esquivos, al punto de que varias especies se han vuelto presencias fantasmales en los océanos, jamás registradas vivas. Casi todo lo que se sabe del zifio de True, por ejemplo, se debe a sus varamientos en las costas de diversos rincones del planeta, aunque tampoco son nada frecuentes. La información es tan escasa que esta especie –al igual que la mayoría de los zifios– ni siquiera tiene estatus de conservación para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Fue la investigadora maorí Ramari Stewart quien se dio cuenta de que había algo especial y distinto en el zifio de True que varó en 2011 en Nueva Zelanda, bautizado con el nombre Nihongore por la tribu local Ngāti Māhaki. Para empezar, era la primera vez que un ejemplar de esa especie aparecía allí, pero su intuición le llevó a insistir ante el Departamento de Conservación con que era importante estudiarla para obtener más información. Recuperó el esqueleto entero de la ballena picuda y lo llevó al museo Te Papa Tongarewa, el más grande de Nueva Zelanda, donde comenzó a colaborar con un equipo de especialistas en cetáceos. Liderado por la bióloga Emma Carroll, el grupo de trabajo decidió analizar no sólo al ejemplar de Nueva Zelanda, sino también otros encontrados en el hemisferio sur, y descubrió que Ramari Stewart tenía razón. Hasta el hallazgo de este espécimen en Nueva Zelanda se creía que todos los zifios de True que aparecían en el norte y el sur del planeta pertenecían a la misma especie, pero los análisis genéticos y morfológicos contaron otra historia. Confirmaron que las ballenas picudas de True del sur tenían varias diferencias con las del norte. Además de la coloración y de la forma del cráneo, los análisis genéticos corroboraron que ambas poblaciones tenían historias independientes y permitieron recolectar suficiente evidencia como para concluir que el zifio que cada tanto aparecía en el sur era en realidad una especie no descrita para la ciencia. Tras varios años de trabajo, el ensamble internacional de científicos y científicas que reunió Emma Carroll publicó un artículo en 2021 con la descripción de la nueva especie, a la que llamaron zifio de Ramari (Mesoplodon eueu) en honor a la investigadora maorí que echó a rodar la odisea. Mientras esta historia fascinante se desarrollaba en Oceanía y daba pie al descubrimiento de una especie nueva para la ciencia, algo emocionante en un mundo que parece ya tan explorado y explotado por la mano del ser humano, otra aventura emparentada tenía lugar en nuestro país.

Saltemos de Nueva Zelanda a Canelones. A finales de octubre de 2019, un ejemplar juvenil de una ballena picuda apareció muerto en la playa de San Luis. Había fallecido recientemente y medía un poco menos de tres metros y medio. Gracias a los avisos de la bióloga Diana Szteren y de Alejandro Fallabrino, integrante de Karumbé (así como la Red de Varamientos Uruguay), la noticia llegó pronto a oídos de las biólogas marinas Meica Valdivia, Paula Laporta y Lucía Frones, que se trasladaron raudamente hasta el lugar junto con la estudiante de veterinaria Emilia Rossini. Se dieron cuenta enseguida de que se trataba de un ejemplar muy raro para Uruguay y no registrado aún en el país, pero las sorpresas no terminaron ahí. Midieron al animal (3,38 metros para ser exactos), tomaron muestras y se llevaron el cráneo al Museo Nacional de Historia Natural, donde Meica está a cargo de la colección de mamíferos marinos. Tres días después, otro ejemplar de la misma especie, pero ya adulto y en moderado estado de descomposición, varó en Marindia. El equipo volvió a salir a las corridas para repetir la experiencia y esta vez no tuvo prácticamente dudas: se trataba de dos especímenes del raro zifio de True, nunca aparecido en Uruguay. O eso al menos era lo que podían concluir en ese momento con la información que tenían. Medía 5,2 metros y su cráneo era tan grande que debieron llevarlo a Montevideo en un camión que les facilitó la Intendencia de Canelones. Meica estaba casualmente en contacto con algunos de los científicos que colaboraban con el equipo de Emma Carroll que trabajaba en Nueva Zelanda. Aunque les notificó de este hallazgo en Uruguay, los ejemplares de Canelones no alcanzaron a sumarse a los varamientos en el hemisferio sur que Carroll había analizado y que concluirían con la descripción de la nueva especie ya mencionada. Las especialistas uruguayas resolvieron entonces proseguir con la identificación de estos dos raros especímenes encontrados en nuestras costas mediante la realización de análisis genéticos y morfológicos, con el objetivo de corroborar si se trataba de zifios de True o de Ramari, a la luz de lo que venía ocurriendo en Nueva Zelanda. El resultado de su trabajo es un reciente artículo en el que participaron Meica Valdivia y Lucía Frones por el Museo Nacional de Historia Natural, Paula Laporta por la asociación civil Yaqu Pacha Uruguay y el Centro Universitario Regional Este de Rocha, Emilia Rossini por el Departamento de Patología de la Facultad de Veterinaria, Néstor Ríos por la Sección Genética Evolutiva de la Facultad de Ciencias, y tres de los investigadores internacionales que participaron también en la descripción del zifio de Ramari: Emma Carroll y Felix Marx, de Nueva Zelanda, y Michael McGowen, de Estados Unidos. Tal cual cuentan Meica Valdivia, Lucía Frones y Néstor Ríos en el Museo Nacional de Historia Natural, al lado de los dos grandes cráneos de los ejemplares hallados en Canelones, el trabajo permitió registrar una nueva especie de cetáceo para nuestro país y para América del Sur, pero no una cualquiera: el zifio de Ramari, desconocido para la ciencia hasta 2021. 

https://ladiaria.com.uy/

DEJA UNA RESPUESTA