Comenzó negociación para cuidar biodiversidad en alta mar; Uruguay estudia proteger sus zonas marinas y la Antártida

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Alta mar no le pertenece a ningún país, por lo tanto la responsabilidad de cuidarla es de todos. Así quedó establecido en 1982 en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Por allí pasan peces migratorios que se pescan en un punto del planeta, pero nacen en otro, y hay microorganismos que las empresas ahora usan tras años de investigación para resolver los más diversos problemas e incluirlos en productos hasta cosméticos y medicamentos. Pero en alta mar también hay problemas, hay pesca que ocurre con escasos controles, hay contaminación por plástico y hay áreas de valiosa biodiversidad que muchos entienden deberían ser protegidas. De la negociación de 1982 surgió un acuerdo vigente hasta hoy y también quedó establecida una cuenta pendiente: la necesidad de contar con un acuerdo específicamente para el tema alta mar. Las décadas pasaron y finalmente en 2018 se dio el primer paso. Ocurrió la primera reunión que abrió camino a una nueva etapa, la negociación en el marco de la Organización de Naciones Unidas (ONU) por un tratado sobre alta mar y sus recursos genéticos marinos. Las negociaciones tienen lugar en la Conferencia Intergubernamental sobre Biodiversidad Marina de las Naciones Unidas sobre Áreas más allá de la Jurisdicción Nacional en Nueva York (comúnmente conocida como BBNJ). La última fue en abril y la agenda trazada resulta ambiciosa para muchos. En solo cuatro sesiones, para 2020 se pretende contar con un documento final y vinculante. La importancia de estas negociaciones es “su naturaleza vinculante” y el plazo es “ambicioso”, dijo a Búsqueda Carlos Mazal, miembro titular del Centro Uruguayo de Relaciones Internacionales (Curi) y exdirector para América Latina de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual. Otros intentos antes han tratado temas como los que aquí se discuten, pero resultaron en recomendaciones y propuestas voluntarias. Estas negociaciones no son un hecho aislado, vienen impulsadas por la necesidad de llenar huecos en varias áreas de la política internacional. Por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU en su Objetivo 14 tratan sobre la “vida bajo el mar”.

Áreas protegidas

Durante la última reunión se avanzó en definir los puntos que se estarán abordando en la negociación y ahora se espera surja la primera propuesta borrador. El proceso está siendo llevado adelante con una “gran influencia” de las organizaciones no gubernamentales (ONG) más poderosas como World Wildlife Fund (WWF) y Conservation International, entre otros, comentó Mazal, quien disertó sobre innovación tecnológica y desarrollo sustentable de recursos oceánicos a fines de marzo en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República. El rol de las ONG está siendo enfático y han logrado un papel más protagónico que en negociaciones anteriores. En torno a esta negociación sobre alta mar y recursos genéticos, se dan algunas posturas radicales. Por ejemplo, un grupo de grandes ONG insisten en cerrar los océanos. La intención es prohibir la pesca e incluso el turismo. Naciones Unidas sugirió un 10% de áreas marinas protegidas y las ONG plantean 30%. ¿Las áreas protegidas permitirán una pesca controlada o estarán cerradas a toda actividad pesquera? Hay muchos temas a resolver. “Conservar quiere decir no gastar, no tirar, no quiere decir no tocar”, planteó Mazal en Facultad de Derecho. Las áreas protegidas son uno de los temas que interesan a Uruguay, que si bien negocia dentro del grupo G77+China, tiene algunos “objetivos particulares”, dijo a Búsqueda Jorge Rucks, subsecretario del Ministerio de Vivenda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. “Una particularidad de Uruguay” es la “necesidad de generar áreas protegidas tanto en la plataforma marina como en la Antártida”, destacó Rucks. El gobierno está trabajando para identificar qué áreas requieren protección y además está destinando esfuerzos a analizar el ordenamiento de las actividades marinas con el objetivo de “compatibilizar las distintas actividades que se dan en la zona”, informó el subsecretario. Es que Uruguay tiene una “proyección antártica” que quiere enfatizar a la “gestión antártica” como un foco de trabajo en el cuidado de la biodiversidad marina, agregó Rucks.

Pesca ilegal

En alta mar ocurren entre el 10% y el 20% de las capturas (pesca), todo el resto se registra dentro de las aguas próximas a la costa, que corresponden a los países. “Alta mar no es de nadie, es lo que se acordó en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), pero hay una obligación de cooperar acordada. Hay que cuidarla. Si bien no hay mucha pesca, es importante porque muchas especies son migratorias”, destacó Mazal. Por ejemplo, el pez jurel se pesca en Chile pero llega desde Nueva Zelanda. Cuidarlo solo en la estrecha franja que le corresponde a estos dos países no es suficiente.La sobreexplotación es un problema porque no vela por el cuidado de los recursos a futuro y va en contra de un desarrollo sostenible. Es otro de los temas sensibles que sobrevuelan al hablar de alta mar. Con la negociación “se busca ordenar lo que va a pasar en alta mar y atacar la pesca ilegal es uno de los objetivos casi escondidos”, opinó Mazal. “Con la sobreexplotación, en gran parte por la pesca ilegal, hay que ser duros, hay que buscar una manera a través de la tecnología de rastrearlos, monitorearlos y encontrarlos”, dijo el miembro del Curi. Los señalados como principales culpables son unos pocos países: China, Taiwán, Corea, Rusia y Japón. El tema también es el control. Durante la negociación los países en desarrollo ya han planteado la necesidad de contar con apoyo económico. El control es uno de los puntos que preocupa a Uruguay que recientemente amplió su territorio marino. La extensión es “un logro enorme” para Uruguay y ahora un desafío porque al país se le “concedió en la medida que podamos también cuidarlo y hacer investigación. Hay que tener posibilidad de fiscalizar esa zona”, planteó Mazal. “Hemos ampliado la soberanía sobre la plataforma continental marina, por lo tanto Uruguay tiene compromisos previos, acuerdos con Argentina como el Tratado del Río de la Plata y Frente Marítimo y la preocupación de defender los recursos marinos en la plataforma continental. Es claro que tener apoyos en el marco internacional para el control y el manejo de las especies de la biodiversidad marina es un tema central y fundamental”, señaló Rucks. Además, compartir un área binacional requiere negociación conjunta. Por otra parte, la transferencia tecnológica y la propiedad intelectual son “temas espinosos en cada negociación”, planteó Mazal. En la ronda de negociaciones de abril ambas cuestiones fueron debatidas aunque aún no hubo avances significativos. Los océanos son fuente de nuevos productos farmacéuticos y de minerales necesarios para la industria. La empresa alemana Basf tiene 5.000 patentes de genes marinos provenientes de especies de microbios, peces y hasta de una ballena. Dow Chemical, Bayer y Monsanto reúnen otro grupo, aunque menor. https://www.busqueda.com.uy

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