A los 36 años, Inmaculada Sánchez Pérez-Blanco es primera oficial en un buque metanero que recorre medio mundo transportando gas natural licuado. Pero su historia no comenzó en el mar: su vocación inicial era el deporte, hasta que un giro inesperado en su carrera universitaria la llevó a matricularse en Marina Civil casi por azar. “No sabía ni lo que era”, admite. Hoy, asegura que fue “la mejor decisión” de su vida.

Inma comenzó su travesía profesional a los 23 años como alumna de puente en un pequeño barco que la llevó desde Avilés hasta Turquía, transportando carga general. Luego se embarcó en contenedores, buques químicos y, finalmente, en metaneros. Con cada viaje, acumuló experiencia y reafirmó su pasión: “Navegar es muy pero que muy bonito. Estás en otro mundo, completamente desconocido para la gente de tierra”. Desde su puesto actual como primera oficial, Inma se encarga de coordinar tareas clave a bordo: seguridad, cumplimiento de normativas, control de mercancías y, además, es responsable médica del barco. “A veces el mayor desafío es mantener la calma ante un contratiempo. Tienes muy poco tiempo para resolverlo”, reconoce.

En un entorno tradicionalmente masculino, Inma no se siente en desventaja. “No somos hombres ni mujeres, somos marinos”, afirma. Aunque son pocas las mujeres en el sector, cada vez son más visibles. “Cuando ves a una mujer capitana, pensás: yo también puedo”, dice convencida.

Además del mar, tiene otra pasión: volar. En su tiempo libre pilota ultraligeros, bucea y practica senderismo. A futuro, sueña con dirigir su propio barco y, por qué no, convertirse en práctico de puerto, asistiendo en las maniobras de entrada y salida de embarcaciones. Lo que tiene claro es que su vida estará siempre ligada al océano. “Llegaré a ser capitana”, afirma con una sonrisa que, como su vocación, no conoce fronteras.

Visión Marítima