Encontraron cosas en la casa natal de Artigas oculta debajo de un bar

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El Solar de Artigas, ubicado en la esquina de Cerrito y Colón, recibirá al público a partir de octubre. Ahí mismo. La casa natal de José Gervasio Artigas permanecía escondida debajo del viejo bar abandonado. Planos, mapas, cartas y documentos que sobrevivieron más de 200 años llevaron a los historiadores Nicolás Duffau y Franco Morosoli y al arqueólogo José López Mazz a rescatar vestigios del humilde rancho donde nació el Jefe de los Orientales y que, a pesar de ser Monumento Histórico Nacional desde 1975, seguía ajeno a los que transitaban por la esquina de Cerrito y Colón. A instancias del Municipio B, hoy propietario del padrón, y para celebrar los 258 años del natalicio del prócer, se presentaron los resultados de la investigación histórica y arqueológica en el Solar de Artigas. “Esas piedras muestran la huella del pasado”, dijo López Mazz. Este explicó que los dibujos de cuatro viejos planos de mediados del siglo XVIII les dieron la mejor pista. Al estilo de una equis en el mapa de un tesoro, donde aparecía el perímetro de una supuesta construcción descubrieron los elementos que hoy permiten entender el pasado de una de las primeras familias de Montevideo. Debajo del piso del bar hace tiempo clausurado “encontramos los muros y cimientos de la casa de Artigas”, relató.

El inicio.

Entre los documentos que revisaron los historiadores aparecieron varios testamentos. Su padre, Don Martín José Artigas, reclamó ante el fallecimiento de su suegra, María Rodríguez Camejo, los “gastos que había hecho en piedras” para separar la casa de sus suegros, poseedores originales del solar en la que vivió con su esposa e hijos. Es posible que ese muro divisorio sea el que ahora fue rescatado.

La vivienda, según relatan los investigadores, era un rancho. Los abuelos maternos de Artigas, los Aznar Rodríguez Camejo, eran los dueños de tres de las cuatro esquinas de las manzanas comprendidas entre las calles San Benito (hoy Colón) y San Luis (hoy Cerrito). No obstante, el historiador explicó a El País que esto no era una muestra de alto poder adquisitivo. A las primeras familias pobladoras de Montevideo (ciudad fundada en 1725 y se cree que la casa es de 1762) se les entregó tierras dentro y fuera de la incipiente ciudad pero muy pocas fueron “propietarias” de esos bienes; estos permanecían bajo el dominio de la Corona española. Por lo tanto, la casa de los abuelos de Artigas como cualquier otra de esa época era un “rancho sin lujos” y con “mobiliario muy humilde”. Así lo comentó: “No abundaban ni los utensilios de cocina ni los muebles. Las camas eran un jergón”. López Mazz completó: “El valor histórico que tiene la casa es porque también muestra lo que era la vida cotidiana de los primeros colonos que vinieron a fundar Montevideo; era una vida bastante espartana”. De la casa de los abuelos de Artigas se han podido recuperarse restos de loza, azulejos, recipientes de cerámica para alimentos, algunas fichas de juego, partes de pipas, piedras de yesca, bolitas de vidrio, entre otros.

La construcción original pudo haber tenido una extensión aproximada de entre cuatro y seis metros de largo por cuatro y cinco metros de ancho. Allí vivían los abuelos maternos de Artigas, los padres, él y hermanos distribuidos en tres habitaciones. “Posiblemente tuvieron una huerta o animales pequeños de pastoreo”, agregó Duffau en diálogo con El País. Uno de las pocas descripciones sobre la casa la había hecho el historiador y también descendiente de Juan Alberto Gadea en El ambiente hogareño donde nació Artigas, publicado en 1974. Allí hablaba de que tenía una cocina en el fondo. López Mazz y colaboradores la encontraron: hallaron restos de su piso en un espacio separado de los que funcionaron como habitaciones. “También sabemos que Artigas, saliendo de la adolescencia, construyó un galpón para guardar cueros”, sumó el arqueólogo. Es posible que algunos de los cimientos que no pudieron ser identificados pertenecieran a este tipo de depósitos.

Abierta al público en octubre.

“La historia de la casa natal de Artigas también es la historia del Artiguismo. Hoy es impensable que no sea un espacio patrimonial pero no hace 150 años”, apuntó el historiador Nicolás Duffau. El arquéologo José López Mazz agregó: “La mitad de la gente piensa que nació en el Sauce y me parece una pena. Eso muestra una gran deficiencia en nuestra identidad”. Ahora es distinto. No solo porque Artigas es considerado el héroe de la patria (un hecho que se construyó en el tiempo), sino porque se tendrá la posibilidad de conocer su hogar. La apertura al público está prevista para el fin de semana del Día del Patrimonio en octubre. Con todo, la recuperación de la casa llevó décadas, lo que hizo más compleja la obra. Por ejemplo, primero se pensó que el techo podía recuperarse; pero su avanzado deterioro hizo que esto fuese imposible. La alcaldesa del Municipio B, Silvana Pissano celebró que, finalmente, el Solar de Artigas sea puesto en valor. “Estamos haciendo las obras y diseñando el equipamiento. Y estamos haciendo el llamado para el gestor cultural”, contó. El objetivo es que el Solar de Artigas se transforme en un “patrimonio vivo” en el que tengan lugar distintas expresiones artísticas y culturales, además de transmitir el ideario de Artigas.

De otras épocas.

Las premuras económicas de la familia se hacen evidentes al saber que los hermanos de Artigas y los hijos del prócer debieron vender las casas, en algunos casos, para afrontar deudas. Por ejemplo, su hermana María Antonia le vendió uno de los solares de la Ciudad Vieja a Vicente Ponce de León, un apoderado. Su hijo José María (casado con María Josefa de María, hermana de Isidoro de María) y su hija Petrona Josefa también vendieron los terrenos. Para 1840, entonces, los padrones tenían otros poseedores que hacían nuevas construcciones. Hasta 1880 “hay un agujero muy grande”, señaló Duffau ante la falta de documentación. Lo que se sabe ahora de ese periodo es que se construyó un sótano y que esta obra dañó gran parte de la casa original. En las excavaciones se encontró una cisterna que será puesta en valor cuando la casa de Artigas esté abierta al público por tratarse de un elemento típico de la Ciudad Vieja del siglo XIX.

Recién se vuelve a saber sobre la casa natal de Artigas en 1901, cuando Isidoro de María, escribió en el semanario Rojo y Blanco que su estado era paupérrimo y que debía ser recuperada. En ese momento, estaba en proceso la construcción de Artigas como héroe nacional. Para el historiador, si alguien hubiera hecho ese planteo cinco décadas antes, “lo hubiesen mirado como un loco”, puesto que en ese momento Artigas vivía exiliado en Paraguay y los referentes de la política del país renegaban de su figura y de su participación en la lucha independentista. Más tarde la casa se transformó en Almacén El Triunfo. Por Colón se ingresaba al almacén y por Cerrito a una mercería. En la década de 1950 se convirtió en un bar con el mismo nombre que fue propiedad de los hermanos Leandro y Ceferino Rodríguez (el último expresidente del Club Nacional de Fútbol). Era un típico bar para los empleados portuarios. “Ese bar lleva adelante distintas reformas sin ningún criterio patrimonial”, contó Duffau. Un casero vivía en una habitación. De este periodo se rescataron muchos objetos. Este negocio funcionó durante un largo tiempo hasta que cerró y nunca más fue ocupado. El último propietario fue un argentino que se lo vendió a un uruguayo en 2017 y que nunca lo puso en funcionamiento.  https://www.elpais.com.uy/

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