Río Paraná seco: la naturaleza pasando factura

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Las especies de peces mueren o huyen, la flora desaparece, es imposible potabilizar el agua para el consumo humano, los lugareños caminan por el lecho del río, en algunos tramos la navegabilidad es imposible, todo ello como producto de la bajante que sufre el Río Paraná, tan grave en sí misma como prolongada en el tiempo. El cambio climático, el efecto invernadero, frases que parecen lejanas se hacen oír ahora en la cuenca del Río Paraná. La histórica sequía que padece el sur del Brasil genera la falta de agua de esta parte del continente. Pues hoy el Paraná atraviesa una bajante excepcional no sólo por lo pronunciada, sino también por lo prolongada. Y, según proyecciones elaboradas desde el Instituto Nacional del Agua (INA), esta situación se profundizará hasta llegar, con mucha probabilidad, a ser la peor jamás registrada. Pero además la situación es más grave aún, tanto por el presente del Río como por su futuro. Pues la cuenca fue fuertemente modificada en las últimas décadas y hoy el Paraná es un río “multifragmentado” por la acción humana en una larga lista que incluye deforestación, quemas, represas, puentes, rutas, dragado, pesca industrial, turismo y desarrollos inmobiliarios. En un escenario marcado por la crisis climática, es cada vez más difícil predecir lo que puede pasar, aunque algo está claro: el Paraná del siglo XXI es muy diferente al del siglo XX, y su capacidad de respuesta está más a prueba que nunca.

La importancia del Paraná

El Paraná, con más de 5000 kilómetros de largo atraviesa desde mediados de 2019 una bajante histórica que ya es la más pronunciada del último medio siglo. Las faltas de lluvias en el sur de Brasil, que padece la peor sequía en 90 años, recortaron su caudal al 50% de sus niveles históricos, según los reportes que cada mes hace la represa Yacyretá. El pasado 21 de julio el río midió -0,23 metros en la escala ubicada en el puerto rosarino, cuando en un año “normal” llega a los 3,20 metros durante el invierno.

Como destacan los científicos, no es la primera vez que el río se retira y marca niveles muy bajos, ya que de forma natural alterna ciclos de aguas bajas y aguas altas. Sin embargo, algo cambió en los últimos 30 años, en la atmósfera como en la tierra: la variabilidad climática y las profundas modificaciones en los usos del suelo en toda la cuenca abren interrogantes sobre la capacidad de respuesta del gigante marrón. Andrés Sciara, exdirector del acuario del río Paraná ubicado en Rosario, aportó: “Hay muchas hipótesis que indican que la deforestación en la selva amazónica afecta los flujos de precipitaciones. Las quemas y los endicamientos para hacer ganadería son la muerte del sistema”.

Tensiones socio ambientales

En un registro ecológico, las diferentes poblaciones de peces del río resultan muy afectadas por las alteraciones ambientales, ya que precisan del complejo sistema de lagunas y riachos para llevar adelante sus ciclos reproductivos. Así lo explicó Sciara, actual decano de la Facultad de Bioquímica de la UNR. “Desde 2015 que no hay ninguna gran inundación que genere el espacio de cría necesario para un nuevo gran grupo de peces. Si la bajante continúa, aquellos peces más extraídos –los sábalos– pueden tener una situación crítica a futuro”, alertó.

La falta de agua también afecta la navegabilidad del Paraná, una vía troncal clave desde donde sale el 80% de las exportaciones argentinas de granos y cereales. Al no poder los buques ni operar ni cargar normalmente, se generan sobrecostos para toda la cadena agroindustrial que, según cálculos de la Bolsa de Comercio de Rosario, alcanzan los 559 millones de dólares para los dos últimos años. La provisión de agua dulce para su potabilización, uno de los beneficios ecosistémicos más importantes del río para los humanos, está bajo fuerte presión. Guillermo Lanfranco, de Aguas Santafesinas, dijo que “estamos ante una situación que nunca vivimos y nos preocupa mucho ver la forma de compensar la pérdida de rendimiento de las bombas, que están trabajando con mucha presión, forzadas, por la falta de agua. No descartamos tener que reducir las presiones de servicio si dejamos de tener la posibilidad de captar agua suficiente”.

Un futuro incierto

¿Cuándo retornarán los niveles normales de agua al Paraná? En sintonía con los escenarios elaborados por el INA, Carlos Ramonell, investigador de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral, opinó que las chances de que esto ocurra antes del año próximo son remotas. “Para que la condición de bajante se revierta tiene que llover en el extremo norte de la cuenca, en Brasil, donde la temporada de precipitaciones comienza en octubre, lo que genera un pulso de crecida de agua que llega hasta el centro de la Argentina hacia finales del verano”, detalló. Según el experto, esta previsión entrega una sola respuesta por el momento: que la condición de bajante se siga agravando al menos hasta finales de año, con alguna breve crecida puntual en ocasión de lluvias locales, pero que aportaría apenas algunos centímetros de mejora en el nivel del río. Para saber la magnitud de una eventual futura creciente, habrá que esperar las lluvias de la primavera en Brasil. “Recién en noviembre podremos hacer una nueva predicción”, agregó.

Con el gerente de Corporación Navios, Wilde Schenck: menos agua, menos carga

La bajante del Río Paraná que se extiende al Río Paraguay afectará el transporte de mercadería que viene desde Paraguay y Brasil. Sobre ello EL ECO dialogó con Wilde Schenck, gerente de la terminal portuaria de cereales y de minerales, Corporación Navios ubicada en el Río Uruguay. “La situación es dramática desde todo punto de vista, ambiental, humano y para el comercio también”, fueron las primeras palabras de Schenck ante la consulta de EL ECO. A lo que agregó que esta bajante “es histórica, si la comparamos con la bajante de la década del 40 del siglo XX. Si vamos a la historia corta, en el 2012 hubo una muy grave, al igual que el año pasado. Y este año es más baja aún. Por eso digo que es histórica”. Este año está afectando en particular a los puertos de ultramar argentinos, específicamente los puertos de Rosario, que la semana pasada tenían un calado de 28 pies, “lo mismo que teníamos en Palmira en los años 90”.

“A nosotros no nos ha afectado en el calado, nosotros seguimos saliendo a 34 pies con los buques oceánicos. Pero río arriba la situación también es dramática, pues el Alto Paraná o del Río Paraguay, también tienen una bajante histórica, nunca vista, en esta época que es cuando comienzan las bajantes. Si ahora estamos así lo que nos espera para los próximos meses”, alertó Schenck. Esto significa que para fin de año será más dramática, y hasta mediados del año próximo no habrá buenas novedades. Eso afecta y encarece la salida de mercaderías desde sus países de origen, “al tener esas bajantes hay lugares que las barcazas con las cargas no pueden salir, no pueden pasar, pero cuando lo pueden hacer tienen que cargarlas menos, para que necesiten menos calado, van más arriba, pero sale más caro el flete”, recordó Schenck.

El otro punto que aumenta mucho el costo del flete, es que en algunos pasos no pueden pasar los convoyes (que son trenes de 16 o 20 barcazas), “tienen que pasar barcaza por barcaza, o sea que el remolcador tiene que desarmar los convoyes y lo arma kilómetros abajo. Todo esto genera unos tiempos de demora y de costos, que nos afecta. Nosotros vamos a hacer mucho menos toneladas que si hubiéramos tenido calado”.

-¿Eso afectará la mano de obra que contrata Corporación Navios?

-Nosotros tenemos personal contratado y efectivo, quizás haya contratos que se vean afectados.

-¿Y los productores de soja o de minerales de hierro qué dicen con esta situación?

-Y nosotros vamos a mover un millón de toneladas menos de minerales de hierro. Porque el mineral viene de más arriba, más al norte y la falta de agua hace que no haya calado y por lo tanto creo que por los próximos meses no tendremos carga. No tiene forma de salir.

-¿Y cuánto de granos?

-En el año vamos a perder un millón de toneladas, aproximadamente. Y eso también implica menos mano de obra. Si bien nosotros absorbemos cierta detención de actividades, cierto stand by, no toda. Con las terminales (de granos y minerales) estamos moviendo mucho menos que si estuviera a full. Y si tuviéramos más carga generaríamos más fuentes de trabajo. Con el capitán de puertos Andrés Passarino: “se deben estar perdiendo muchísimos negocios”. En tanto el capitán de puertos de Nueva Palmira, Andrés Passarino, se lamentó por la dramática situación del entorno de los ríos, por el habitab natural, y concretamente sobre la actividad portuaria palmirense y de Uruguay todo, dijo “que indudablemente afecta y muchísimo. Primero la falta de barcazas, que no bajan, no bajan y por ende tampoco pueden subir”, indicó. En cuanto a cómo repercute en los negocios, “seguramente sí, aunque nosotros como somos prestadores de servicios no sabemos qué negocios se pierden. Pero sé que Ontur perdió operaciones de 100 mil toneladas de arroz, y seguramente otros armadores han perdido negocios por la bajante de los ríos”, afirmó Passarino. Y finalmente también Andrés Passarino hizo énfasis en el encarecimiento de los costos de fletes, porque las barcazas que pueden bajar por los ríos Paraná y Paraguay “lo hacen con mucho menos carga, y eso implica además mayor cantidad de barcazas. Por eso, negocios se deben estar perdiendo muchísimos negocios”. https://elecodigital.com.uy/

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