China, responsable de casi un tercio de la pesca mundial, enfrenta un desafío creciente: alimentar a una población cada vez más hambrienta de pescado. Para responder, ha apostado por la acuicultura en alta mar con gigantescos barcos criaderos, conocidos como los “portaaviones de la cría de peces”.
Gigantes flotantes para la acuicultura inteligente
El primero de ellos, Wan Qu Ling Ding, mide 156 metros y cuenta con piscinas equivalentes a 32 olímpicas, capaces de producir hasta 5.000 toneladas de pescado al año. Equipado con sensores y sistemas automatizados, puede monitorear la calidad del agua y desplazarse a zonas más seguras en caso de contaminación o cambios bruscos de temperatura. Su autonomía eléctrica le permite navegar hasta 2.000 millas náuticas sin ayuda externa.
En paralelo, el Su Hai No. 1, un barco de 250 metros, está especializado en la cría de salmón. Con capacidad para producir hasta 8.000 toneladas anuales, incluye una planta para procesar y distribuir salmón fresco en menos de 24 horas en mercados nacionales.
Más que tecnología: un movimiento estratégico
China busca reducir su dependencia de las importaciones de pescado, especialmente salmón, del cual importa más del 80% de lo que consume. En 2024, sus compras externas superaron las 100.000 toneladas y se proyecta que doblarán para 2030.
Con estos mega barcos criaderos, China no solo apunta a cubrir la demanda interna, sino a fortalecer su seguridad alimentaria y a protegerse frente a posibles interrupciones en el comercio internacional, especialmente en un contexto de tensiones y aranceles.
Una apuesta nacional
El Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China ya impulsa esta tendencia con regulaciones para fomentar la acuicultura marina, que, gracias a la innovación tecnológica, promete transformar la pesca y la producción de alimentos en alta mar.
Visión Marítima