Pesca de kril en la Antártida: alarma por sobreexplotación y riesgo para el ecosistema

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La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR) tomó una decisión inédita al cerrar la temporada de pesca de kril cinco meses antes de lo previsto en la temporada 2024-25. Este cierre anticipado refleja que la flota alcanzó el límite máximo de captura estacional, luego de que no se lograra renovar medidas clave de conservación que limitaran la pesca en áreas sensibles para la vida marina.

El volumen de kril capturado en los primeros siete meses de la temporada alcanzó un récord histórico de 518.568 toneladas, superando en más de un 60 % la captura total de la temporada anterior. Esta cifra refleja la ausencia de un consenso entre los miembros de la CCAMLR —incluyendo a potencias pesqueras como Noruega y China— que permitió el fin de una medida de protección de 15 años que regulaba las capturas por subáreas.

Con la eliminación de estas restricciones, la flota concentró su actividad en zonas altamente productivas como la Subárea 48.1, cerca de la Península Antártica, que además son los territorios de alimentación preferidos por especies emblemáticas como ballenas, focas y pingüinos.

Expertos y organizaciones ambientales, como el director del Pew Bartarelli Ocean Legacy, Dr. Johnny Briggs, advierten que esta situación deja a los depredadores marinos con recursos mucho más limitados para sobrevivir y llaman a la CCAMLR a restablecer una gestión precautoria y basada en ecosistemas para conservar la biodiversidad antártica.

El kril es un pilar fundamental en la cadena alimentaria del Océano Austral y cumple un rol importante en la mitigación del cambio climático, ayudando a capturar carbono atmosférico y transportarlo a las profundidades oceánicas.

Por su parte, la industria pesquera sostiene que la biomasa total de kril es suficientemente grande para sostener la pesca actual y que aplican medidas voluntarias para proteger colonias de pingüinos. Sin embargo, grupos ecologistas como Sea Shepherd y WWF señalan que el problema radica en la concentración espacial de la pesca, que provoca agotamiento localizado y pone en riesgo a los depredadores.

La falta de un acuerdo en la CCAMLR para renovar las protecciones deja un futuro incierto para la gestión sostenible del kril en la Antártida, una situación que exige atención urgente para preservar un ecosistema clave para el equilibrio marino global.

Teresita Pica para Visión Marítima

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