Pesca de tiburones y “Suite de Punta del Este”: la historia de amor entre Piazzolla y Uruguay

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La leyenda del bandoneón Astor Piazzolla supo pasar varios veranos en su chalet de Punta del Este e incluso planeaba radicarse en Uruguay. Esta es su historia. “En los últimos 10 años de su vida, mi abuelo decía que Uruguay era su lugar en el mundo”, relata a El País el baterista Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto de Astor Piazzolla. “Amaba su gente, la tranquilidad y, especialmente, el mar. Era el lugar donde encontraba la paz”. Para el bandoneonista que el jueves hubiese cumplido 100 años, Uruguay representaba un lugar de descanso, pertenencia y hasta inspiración. El propio artista lo puso en palabras durante una entrevista recogida en el documental Piazzolla, los años del tiburón, de Daniel Rosenfeld. “Estoy en una época muy pacífica”, decía el compositor de “Adiós Nonino” a comienzos de los ochenta. “Me hacía falta descasar y el verano que me pasé en Punta del Este, desde el ‘79 al ‘80, me hizo nacer de nuevo. Ahora, mi música no es nerviosa, ni agresiva, ni punzante. Es de mucha ternura”. La tranquilidad a la que el bandoneonista hace referencia está reflejada en la Suite de Punta del Este, que compuso a principios de 1980 a pedido del Centro de Artes y Letras de Punta del Este, y que luego estrenó el 2 de marzo de ese año en la Catedral de San Fernando de Maldonado. La delicadeza es uno de los pilares de la obra que en su momento fue dirigida por Dante Magnone. La Suite de Punta del Este completa la relación de Piazzolla con el balneario uruguayo, un lugar del que se enamoró en el verano de 1970. El artista llegó a Punta del Este para presentarse junto a su esposa de ese momento, la cantante Amelita Baltar, en el teatro de la galería Sagasti en Gorlero. Era la época de los éxitos “Balada para un loco” y “Chiquilín de Bachín”, que compuso con el uruguayo Horacio Ferrer, su colaborador durante años. Tras esa primera visita, comenzó a estrechar una profunda relación con el balneario. Al año siguiente de haber compuesto la Suite de Punta del Este, el argentino decidió comprarse una casa en el balneario. Según relata el periodista Diego Fischer en su libro Al este de la historia, se trataba de un chalet llamado El Casco, que fue construido en 1964. Era del entonces embajador uruguayo, Gustavo Magariños, quien aceptó la oferta de 290.000 dólares. Sin embargo, para completar la transacción se incluyó una insólita cláusula: el bandoneonista debía ofrecer un concierto con al menos cinco de sus músicos en el jardín del terreno de 2.000 metros cuadrados. https://www.tvshow.com.uy/

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