Fenómeno de cianobacterias de 2019 se generó en el río Negro

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El intenso fenómeno de cianobacterias que afectó a casi toda la costa uruguaya en el verano de 2019 se generó en la cuenca del río Negro, según un estudio de la Facultad de Ciencias. 27 de enero de 2019 la bandera sanitaria apareció en la mayoría de las playas de Montevideo y también algunas de Canelones. Y las manchas verdes en el agua, por las intensas floraciones de cianobacterias, estaban presentes en buena parte de la costa capitalina. Lo que pudo ser un episodio aislado terminó convirtiéndose en el denominador común durante el resto del verano. En los primeros días de febrero las cianobacterias ya habían llegado a Punta del Este y La Paloma y el evento terminó siendo emblemático y objeto de estudio de los científicos. El 5 de febrero la gran mancha verde en el Río de la Plata tenía 1.000 kilómetros cuadrados de superficie de floración, según el estudio “Evaluación de una floración algal masiva en el Río de la Plata” que realizaron los académicos Luis Aubriot, Bernardo Zabaleta y Marcela Achkar. Una imagen satelital realizada para ese trabajo acompaña este artículo. “Para tener una idea, a los uruguayos nos gusta comparar con canchas de fútbol: estamos hablando de 100.000 canchas de fútbol de superficie de floración”, afirmó Aubriot, doctor en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias, durante una charla sobre las cianobacterias realizada ayer en la Intendencia de Montevideo (IMM).

Aubriot estudia las cianobacterias desde hace más de dos décadas: es uno de los pocos científicos uruguayos que ha dedicado su vida a estas algas tóxicas. Empezó a indagar en el tema en 1994, mientras hacía un posgrado en Austria.

Ayer presentó las principales conclusiones de otro estudio de la Facultad de Ciencias realizado junto a Aubriot, Zabaleta, Achkar y Andrea Somma en base a las imágenes satelitales y mediante un sistema de teledetección. Allí afirman que las floraciones de cianobacterias del verano pasado en el Río de la Plata se generaron en la cuenca del río Negro como principal fuente. “No podemos decir que la primer fuente sea Salto Grande, lo que contradice muchos estudios que han surgido últimamente”, indicó Aubriot. Y explicó que el embalse de Paso del Palmar acumula floraciones que se producen en Rincón del Bonete y las magnifica porque Palmar “tiene muchos más nutrientes” que Bonete. “Ahí tiene una escalada de crecimiento, el río Uruguay funciona como un gran transportador de caudal y de esas floraciones al Río de la Plata. El río Negro le pone color y el río Uruguay lo empuja”, sostuvo.

A fines del año pasado hubo un ingrediente extra que cambió todo: una anomalía en precipitaciones extremas en el norte del país. En la cuenca baja del río Uruguay y en la parte alta del río Negro llovieron más de 650 milímetros en un mes, casi la mitad de lo que llueve en un año. “Fue una especie de tsunami u ola de agua que bajó a través del río Uruguay, inundó todo a su paso y desbordó las represas”, afirmó Aubriot. El río Negro también tuvo niveles altos y eso hizo que se generara una gran descarga de agua dulce sobre el Río de la Plata, generando esa floración de algas que se extendió hasta el final del verano.

En la charla en la IMM le preguntaron a Aubriot sobre el efecto de la nueva planta de UPM en el centro del país y el científico admitió que existe preocupación por el efecto que tendrá en el río Negro, algo que ya había adelantado a El País en agosto pasado. “Los informes de la empresa marcan como indicador rojo la contaminación del agua y concuerdo con ellos en que la afectación será en la calidad del agua y generará un deterioro en el sentido que queremos evitar ahora”, afirmó Aubriot.

“Son decisiones políticas y ahí no voy a entrar”, agregó. Sí insistió con que el efecto es “preocupante” por el aumento de la presencia de cianobacterias en el embalse de Palmar.

El peligro que representan.

Las cianobacterias son muy antiguas, llevan más de 2.700 millones de años en la Tierra. Pero el problema es que tienen un crecimiento exponencial, la población se duplica en forma acelerada, y tienen efectos tóxicos en la salud humana por el contacto. “Un día no se ven y a la semana está todo verde si se disparó ese crecimiento exponencial”, explicó Aubriot. El estudio de la Facultad de Ciencias menciona cuatro factores que inciden en su crecimiento: aumento de la temperatura, radiación solar (“realizan fotosíntesis; tienen capacidad de flotar lo que les permite recibir la radiación”, indicó Aubriot), los nutrientes como el nitrógeno y el fósforo (“todas las actividades como el funcionamiento de una ciudad, la industria y la producción de alimentos, terminan siendo materia orgánica que contienen nitrógeno y fósforo, y en la agricultura estos nutrientes están en forma pura”) y las alteraciones hidrológicas como los embalses.

Respecto a la agricultura, Aubriot recordó que la siembra directa hace que las primeras capas del suelo queden “sobresaturadas” de nutrientes y sean fácilmente “lavados” por las lluvias, por lo que van directo a los cursos de agua.  Eso sí, “las cianobacterias están desde que se hicieron los embalses; el asunto es que el fenómeno a veces no es esporádico, sino algo constante y dura hasta el invierno”, indicó Aubriot.

¿Qué medidas pueden aplicar los productores y grandes empresas para ayudar a limitar este fenómeno? Primero, limitar al máximo la aplicación de fertilizantes, “hay muchos suelos ya sobresaturados de fósforo”, afirmó Aubriot. Después, hay que elaborar sistemas que ayuden a la disminución de la fertilización y generar áreas no cultivables cercanas a los cursos de agua para disminuir la presencia del fósforo, sostuvo el especialista.

Tras la exposición de Aubriot en la Sala Roja de la IMM, empezó la ronda de preguntas. Una de las que habló fue Graciela Ferrari del departamento de calidad de agua del LATU. “Voy a quebrar una lanza por la cianobacterias, las del Río de la Plata son verdes y las podemos ver. Gracias a ellas sabemos qué tipo de agua tenemos. En niveles de eutrofización más elevados en cuerpos de agua más chicos, hay cianobacterias que no vemos y tienen un potencial tóxico muchísimo peor”, dijo Ferrari. Y alertó que, si siguen los actuales aportes de fósforo, puede haber un cambio en el nivel de eutrofización que debe prevenirse. Aubriot le respondió que estaba de acuerdo y dijo que él también iba a quebrar una lanza por estas algas ya que son divulgadoras de los problemas ambientales. “La verdad es que si no las viéramos, quizás los dejaríamos pasar”, reflexionó.

¿Puede repetirse este verano un fenómeno como el de 2019? Todo indica que no, pero nadie lo puede descartar. El biólogo Luis Aubriot dijo que en principio se esperan acumulaciones puntuales en Montevideo y Canelones, pero no un fenómeno tan extendido como el del verano pasado. Eso depende de si hay grandes lluvias en el norte del país, de los vientos y también de las condiciones previas en los embalses, sobre todo del río Negro, respecto a las floraciones. En cuanto al clima, será un año neutro y eso en principio ayuda a que no haya tantas lluvias. En setiembre-octubre de 2018 regresó el fenómeno de El Niño, se instaló en el verano de 2019 y generó grandes descargas de lluvia. Finalizó en junio-julio, cuando comenzó una fase neutra. El último reporte plantea que la proyección para este verano sería de condiciones “relativamente normales” en el comportamiento climático. Aubriot dijo que sería deseable que existiera en Uruguay un sistema de alertas basado en las condiciones hidrológicas, meteorológicas y patrones a corto plazo de vientos. “Como necesidad urgente, debemos mejorar nuestra capacidad de detección”, afirmó. https://www.elpais.com.uy/

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