Barcos hundidos en la bahía: un mal endémico costoso

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Decenas de embarcaciones abandonadas y peligrosas deberan se extraídas a costa del Estado. En 1838, el entonces Presidente de la República Don Fructuoso Rivera ya tenía en la bahía de Montevideo 200 barcos hundidos, semihundidos y abandonados constituyendo un verdadero problema para la navegación a vela de entonces; en 1901, las dragas resultaron dañadas por restos hundidos, cadenas y anclas cuando iniciaron las obras de construcción del nuevo puerto y seguramente 20 o 40 años más tarde, se volvió a repetir. En 1992, el entonces presidente de la ANP Ing. Alvarez Mazza llevó a cabo un amplio plan de limpieza de de la bahía mediante la extracción de decenas de restos de barcos chatarra que sin duda erogó mucho dinero y en cuya acción participó una empresa de buzos y salvamentos argentina. Nosotros seguimos día a día la operación de rescate. Los mismos problemas los tiene ahora, como informamos en nota anterior, el Ministro de Transporte Rossi, comprometido en un plan de limpieza de la bahía que se las verá con unas 40 o 50 naves en aquellas condiciones. Peor aun, últimamente se agregaron varias naves pesqueras de Fripur, que por falta de mantenimiento seguramente con el tiempo perderán flotabilidad. Todas ellas están ahí muy visibles en la bahía y no pocos contra la costa empujados por el viento y las tormentas, al costado del dique flotante Tsakos, a la antigua UTE y hacia el este. Hará unos 35 años tomamos unas hermosas vistas de un escenario ideal para la fotografía diferente, atrayente, pero en definitiva un cementerio de barcos con cuya foto se nos premió y publicamos hoy. Sí, este asunto de los barcos abandonados para que el Estado de se haga cargo de su extracción con los consiguientes costos, es casi una cultura en el puerto que raya en lo que llamamos “viveza criolla” pero que a diferencia de Montevideo, que los vecinos pagan y mucho para recoger la basura, en el puerto tenemos que pagar todos para remover restos chatarra que dejan otros. Según el capitán Martin Thomassett, ex Director de Marina Mercante, este escenario deprimente que presagia inseguridad, se extiende a otros puertos del país. Hace algún tiempo tuvimos acceso a un informe de este marino que al parecer domina el tema por profesionalismo y por sobrada experiencia, explica el origen de las causas, y tambien se refiere a las reglamentaciones y leyes existentes, al parecer sin éxito para atacar el problema, posiblemente decimos nosotros porque no se aplican con la fuerza que reclama las circunstancias.

Origen.

Según Thomasset y sintetizando, “los buques son adquiridos porque hay un “plan de negocios en la pesca, en el remolque o en el transporte. Cuando el negocio se transforma en pérdida, litigio o avería mayor el propietario o armador inicia un proceso de abandono que comienza por no atender pagos y obligaciones y ni siquiera cuidado, seguridad y mantenimiento del barco y los litigios vienen a continuación. Cuando todo entra en el dominio jurídico pasan los años y también para los barcos, la catástrofe es la culminacion de este accionar. Pronto la Prefectura Nacional Naval, la ANP y la DNH se harán cargo de algunas situaciones de barcos que obstruyen actividades valiosas del puerto que a su cargo deberán moverlos, pero todo terminará que nadie pagará excepto el Estado. Peor aun, hay que ser cuidadoso porque por ahí hay barcos que están muertos, hundidos, pero si se tocan revive el propietario y se corre el riesgo de un pleito en contra. Por Dios, esto parece kafkiano.

Ideas.

Sin embargo, Thomasset tiene algunas ideas de cómo aliviar algunos de los padecimientos del ministro Rossi y quiza evitar que en el futuro se repitan estos hechos. La clave es “hierro Social”, si señor, pero primero aplicar rigurosamente las reglamentaciones sobre todo una que obliga a todos los barcos tener seguros para operar en el puerto de Montevideo, seguros vigentes, que ya tienen una cláusula que obliga a disponer de los “restos” a cargo del seguro. Sobre hierro social dice Thomasset: “Como la chatarra está prohibida su exportación, propongo que el Estado compre el acero producto de esos barcos chatarra para lo cual hay que rescatarlos de donde están y mandarlos a la acería y el desguace sería en el Dique de la Armada, salvo que alguien piense algo mejor. Y con esa chatarra se manda a la acería bajo el contrato de “facon” o sea yo le entrego a la acería chatarra y recibo varilla de hierro mediante el pago de costos de fabricación, Este hierro varilla sería para la construcción de obras públicas y para “obras sociales” que incluiría las viviendas económicas. www.elpais.com.uy

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